viernes 29 de marzo de 2024
CARA Y CRUZ

Retorno a la sensatez

Por Redacción El Ancasti

Tras los dislates de sus primeras incursiones públicas posteriores a la paliza de las primarias, el presidente Mauricio Macri parece haber tomado la senda de la sensatez. Que se comunicara con su oponente, Alberto Fernández, para tratar de estabilizar el nitroglicerínico escenario que configuró su derrota, marca que al menos trata de revertir la enajenación que expuso en su particular lectura de los comicios.
Tiene que cuidarse de las recaídas, porque lo que le espera no es sencillo: timonear una transición extendida mientras intenta de que tal transición no ocurra, porque sigue siendo candidato a la reelección.
Absurdos del sistema electoral argentino. Las PASO, diseñadas en teoría para dotar de mayor legitimidad a los candidatos, deslegitimaron a un Gobierno entero cinco meses antes de la conclusión del mandato. Al cuete, encima, porque no hubo competencia entre precandidatos salvo en los niveles más bajos de las boletas y en geografías muy circunscriptas.


Como ya se ha dicho en este mismo espacio, Macri es víctima de un movimiento heterogéneo edificado por él mismo, no sólo por las penurias extendidas por su política económica, sino también, y sobre todo, porque la obsesión en demonizar al kirchnerismo terminó siendo su único y excluyente argumento político.
Su movimiento epónimo, el antimacrismo, encontró canal de expresión para la repulsa en cuanto el enemigo kirchnerista se corrió un poco de la línea de fuego, apenas hacia la vicepresidencia y la gobernación de la provincia de Buenos Airesm, y ofreció otro rostro.
Alberto Fernández, finalmente, consiguió atenuar la radicalización kirchnerista lo suficiente como para que la porción decisiva del padrón lo percibiera como la encarnación misma de la mesura. Para que los kirchneristas no se enerven, es cierto que no estaría posicionado como está sin el concurso del voto k, tan voluminoso como rígido. Sin embargo, no es menos cierto que difícilmente el antimacrismo hubiera cuajado en las urnas como cuajó sin la flexibilidad de Fernández.
Quizás alguien convenció a Macri que la clave del éxito del Frente de Todos estuvo precisamente en desistir de los disparates y los arranques atrabiliarios.

 

Si alguna chance le queda de acortar distancias, radica justamente en emular a su adversario en la moderación. No solo podrían beneficiarse él y sus socios políticos, sino todo el país que todavía preside y está sumido en la incertidumbre. Los mercados que tanto lo inquietan no se retiran porque le tengan miedo al kirchnerismo, sino por la inestabilidad política que él mismo alentó.
Lástima que empiece a correr desde atrás, pero algo es algo.
Fernández, en cambio, no tuvo que hacer esfuerzo alguno para contribuir a la gobernabilidad. Viene entrenándose en el autocontrol desde que se calzó el traje de candidato a mediados de mayo y, aparte, es consciente de que la acentuación del deterioro de la economía perjudicará a su propia gestión.
A Macri le resta controlar los energúmenos de su bando, tipo Elisa Carrió.


Ayer empezaron a circular versiones de cambios en el gabinete, con avances del ala política. Se hablaba del radical Mario Negri para el Ministerio del Interior, Miguel Ángel Pichetto para la Jefatura de Gabinete en lugar de Marcos Peña y Rogelio Frigerio, desde Interior, para Economía. Rumores, pero un rediseño del equipo de gobierno complementaría los gestos presidenciales y las medidas económicas anunciadas en tren de demostrar que la Casa Rosada ha comprendido cabalmente el mensaje de las urnas.

Seguí leyendo

Te Puede Interesar