viernes 29 de marzo de 2024
Cara y Cruz

Furia inconducente

Cuatro clínicas “amonestadas” debido a que en ellas se cobra el plus médico a afiliados de la OSEP...

Por Redacción El Ancasti

Cuatro clínicas “amonestadas” debido a que en ellas se cobra el plus médico a afiliados de la OSEP es cosecha demasiado módica como para considerar exitosa la ley antiplus, sancionada el año pasado y reglamentada a principios de éste, a gusto y paladar del nitroglicerínico secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados Municipales (SOEM), Walter Arévalo. 
Que la nalgada se haya aplicado en coincidencia con el reinicio del paro que obligó a la Municipalidad a improvisar un dispositivo de emergencia para recolectar la basura, a pocos días de las elecciones PASO, debe ser una casualidad. 
Si no lo fuera, y se inscribiera en una estrategia tendiente a apaciguar la ira de Arévalo y hacerlo desistir de la huelga, la candidez de los estrategas es preocupante, pues el sujeto no se caracteriza por lo ajustado de su sentido de las proporciones o lo razonable de sus criterios. Difícil que comprenda que la medida es la única que se puede tomar de acuerdo a la ley promovida por él mismo.
No es posible hacerle entender a Arévalo, por ejemplo, que la ley antiplus, para cuya sanción incordió a los vecinos capitalinos durante meses, obstaculiza antes que facilitar la erradicación de la práctica. 
OSEP no precisa de leyes adicionales para sancionar a quienes incumplan el convenio, pues puede proceder a la rescisión con causa cuando esto ocurre. 
La ley antiplus le vino como anillo al dedo para continuar evitando solución tan tajante, al establecer procedimientos burocráticos cuyo cumplimiento puede llevar años, sin considerar las indefectibles judicializaciones. 
Por eso, y no por las desmesuras de Arévalo, que se abraza a la bandera antiplus con ademán revolucionario, se sancionó. Alguien con seso advirtió que la mejor manera de atenuar las rabietas de Arévalo era darle con el gusto. Fue una salida coyuntural que proporcionó en su momento el respiro correspondiente, devenido menos de la propia ley que de la sensación de Arévalo de haber protagonizado una gesta similar a la Revolución Cubana.

Pero la trampa no tardó en ser descubierta, y el remedio resultó peor que la enfermedad, pues a las ínfulas insurreccionales del sindicalista se sumó como motivación la bronca por haberse visto chasqueado por esos políticos sobre los que descarga lo más florido de su verba poética, luego de haberse servido de ellos para hacerse de la conducción del SOEM.
Nótese que lo máximo que se ha conseguido hasta ahora, mientras el cobro del adicional continúa tan extendido como rozagante después de las estruendosas alharacas gastadas, son cuatro “amonestaciones”, que serán con seguridad apeladas por los amonestados, en el inicio de una cadena interminable. 
El mecanismo se puso en marcha a partir de las denuncias de los afiliados perjudicados, denuncias que igual podrían haber interpuesto sin la ley antiplus, quizás con respuestas más expeditivas.
Por otra parte, la Municipalidad de San Fernando del Valle de Catamarca en nada puede incidir sobre OSEP, por muchos paros que Arévalo lleve adelante y por muy prepotente que se ponga. Tomar de rehenes a los vecinos de la Capital es inconducente para los propósitos que el sindicalista postula.
Lo que resulta cada vez más evidente es que las amenazas e improperios que vierte sobre la casta política no tienen correlato en acciones que podrían resultar más eficaces aunque, por cierto, supondrían poner en riesgo su cuero y su patrimonio si alguno le metiera una demanda.
Se abstiene Arévalo, por ejemplo, de identificar a los médicos que cobran plus, a quienes tendría que tener bien junados a esta altura de la soireé y de los estallidos de furia. 
Tampoco el SOEM asume la representación judicial colectiva de sus afiliados para iniciar procesos judiciales, penales o civiles, por el presunto fraude que denuncia con cajas destempladas. 
Mientras el jefe sindical no avance en tales terrenos, su furia seguirá siendo inconducente.n

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