viernes 29 de marzo de 2024
|| CARA Y CRUZ ||

El lejano Este

Las hazañas del intendente Elpidio Guaraz, taita de Bañado de Ovanta, merecen ya su Clint Eastwood.

Por Redacción El Ancasti

Las hazañas del intendente Elpidio Guaraz, taita de Bañado de Ovanta, merecen ya su Clint Eastwood. Es la ley al este del Ancasti, y si el juez Roy Bean, la ley al Oeste del Pecos, fue honrado con tributos literarios y cinematográficos, sería equitativo el mismo trato para este insigne catamarqueño. 

Sumó ayer un episodio que ocupará espacio destacado en la caracterización del personaje, si es que Eastwood, los hermanos Cohen o Quentin Tarantino se deciden a producir el “western”. El talento del Elpidio llega a tanto que abarcarlo demanda revisar los géneros. Así como hay “western spaghetti”, acá se podría desarrollar el “western chanfaina”. Un excelente recurso de promoción turística.

Un camionero que no tenía dinero suficiente para pagar el peaje impuesto por el intendente fue brutalmente agredido por los esbirros recaudadores (ver página 5). 

Hay que residir en un termo para sorprenderse. Se trata del último incidente de una escalada que Guaraz viene desarrollando desde hace años sin que nadie haya atinado a ponerle freno. Razonablemente, el sujeto se siente impune.

El cobro de peajes por parte de la Municipalidad de Santa Rosa es ilegal. Hay planteos judiciales al respecto, pero la Justicia no ha podido, o no ha querido, proceder para impedir que el intendente continúe con la exacción, al margen de cumplir con ritos formales cuya ineficacia disuasiva está a la vista. 

De modo que Guaraz es, en efecto, la ley al este del Ancasti, a punto tal que ayer se produjo el linchamiento de un camionero insurrecto. 

No es la primera vez que el Elpidio cobra peaje. 

Vialidad Nacional ya lo había denunciado por lo mismo hace cinco años. Luego de que lo denunciaran ahora por abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público, no solo continuó con la práctica objetada, sino que la amplió a rutas provinciales, que nadie va a venir a ponerle coto a su angurria.

Adviértase el “crescendo”: la autoridad municipal desafía a la Justicia primero, los cobradores del peaje municipal toman la Justicia en sus propias manos luego. 

Acaso haya llegado el momento de preguntarse cuál es el paso siguiente si la cadena de procedimientos irregulares no se detiene. O adecuar el concepto de autonomía municipal para aproximarlo más al feudo en que se ha convertido Santa Rosa en manos del Elpidio y declararla zona liberada, a qué andar con tanta vuelta.

Los expedientes por los peajes irregulares se apilan a otros iniciados, en el fuero federal y local, por amenazas, intentos de coimas, adulteración de facturas, desobediencia judicial y otras bellezas. Es como si el intendente se hubiera propuesto agotar las tipificaciones del Código Penal.

Pero la culpa no es del chancho, sino del que le da el afrecho. Si no hay más ley en Santa Rosa que la voluntad del intendente es porque los legítimos representantes de la ley no toman las disposiciones que les competen.

La inacción judicial podría tener consecuencias muy graves. Ya hay un lesionado. 

¿Qué tal si los agredidos de Guaraz deciden defenderse solos? ¿Qué si de las escaramuzas resultan cuestiones más serias que unos chichones?

Es la desidia, incompetencia o complicidad judicial la que viene abonando la transformación de Santa Rosa en un “far west” a la catamarqueña, pues ya está visto que el poder político lo apaña, vaya a saberse por qué. 

Con la golpiza al camionero, Guaraz tira más de la piola. Debe confiar mucho en que nunca se cortará. No tiene por qué suponer lo contrario. Hasta ahora, la Justicia viene dándole la derecha en todos sus desatinos.

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