jueves 28 de marzo de 2024
EDITORIAL

Condenados desde que nacen

Por Redacción El Ancasti

Los niños y los adolescentes son siempre los más vulnerables. No sólo porque no pueden valerse por sí mismos sino además porque presentan objetivamente los peores índices en materia socioeconómica.

Cuando se analiza la incidencia de la pobreza en la población en general, la conclusión es que el 32 por ciento vive bajo la línea de pobreza, según los datos de la Universidad Católica Argentina. Según la misma fuente, el porcentaje sube a casi el 52 cuando la población registrada es la de niños y adolescentes. El informe, que se conoció esta semana, señala también otros datos que patentizan la situación dramática de la infancia en la Argentina: un 29,3 por ciento de los menores tiene déficit en sus comidas, un 13 por ciento pasó hambre y un 35 por ciento asiste a comedores infantiles.

Las cifras son de fines del año pasado, de modo que es altamente probable que, seis meses después, los indicadores sean aún más desalentadores.

Ianina Tuñon, investigadora responsable del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA, da una explicación respecto de por qué los niños y adolescentes tienen peores indicadores que las personas adultas. “Las crisis socioeconómicas como la actual pegan con especial dureza en las infancias. El efecto que tiene sobre el ejercicio de derechos básicos como el alimentario no es el mismo que en otros períodos de la vida”.

La vulnerabilidad de este sector de la población no siempre es posible de cuantificar con indicadores construidos en base a datos objetivos. Los estragos que hacen las adicciones, que son consecuencia de la ausencia casi total de perspectivas de inserción social y laboral entre los sectores más humildes y a su vez causa concurrente de ingreso en el submundo del delito, son difíciles de medir con precisión, pero están a la vista de cualquier observador.

En su edición de ayer, El Ancasti relató la historia de “Juan Diego” (no es ése su verdadero nombre), que tiene 13 años, es adicto a estupefacientes y está, desde que tiene 9 años, en conflicto con la ley penal. Es decir, comete ilícitos con frecuencia.  Entre la noche del lunes y la madrugada del martes, “Juan Diego” cometió tres ilícitos. Fue internado en el Hospital de Niños para ser sometido a un proceso de desintoxicación. Pero lo cierto es que el Estado no da abasto para contener este tipo de situaciones. Si es difícil en Catamarca, en las ciudades de mayor concentración poblacional es imposible.

En las actuales circunstancias de aguda crisis socioeconómica, por lo menos la mitad de los niños nacen condenados a una situación infame de marginación y en esas condiciones crecen, salvo excepciones que confirman la regla, y llegan a la mayoría de edad. Solo a partir de políticas de Estado inclusivas ese proceso puede revertirse.

Las autoridades y las dirigencia con aspiraciones de asumir responsabilidades de gobierno deben comprender que no habrá política pública eficaz, reparadora y sobre todo justa, si no impacta positivamente y de manera perdurable en los sectores más vulnerables de la sociedad.

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