jueves 28 de marzo de 2024
EL MIRADOR POLÍTICO

El tuétano del centralismo

Por Redacción El Ancasti

Lo peor no termina de pasar.
El impacto de la inflación desbocada sobre el humor del electorado alumbró el habitual pergeño de los nigromantes del marketing macrista. Tomó el formato en esta ocasión de una batería de medidas tendientes a mitigar el flagelo, anunciadas oficialmente por los ministros de Economía, Producción y Desarrollo Social mientras el presidente Mauricio Macri, en un video puesto a galopar en las redes sociales, se condolía con una humilde mujer por los padecimientos de la gente, indispensables según él para acceder por fin a la esquiva prosperidad.
El paquete antiinflacionario consiste en interrupción de los tarifazos, acuerdo “de caballeros” para congelar los precios de unos sesenta productos y resurrección de algunas prácticas antiguamente desdeñadas como populistas.
En poco tiempo podrá evaluarse si estos ensayos tienen algún efecto benéfico.
Mientras, la hilacha centralista de la Casa Rosada se exhibe con pudor cada vez más escaso, aunque algún vestigio de vergüenza sea perceptible en que al menos ya ni se mencione el viejo y entrañable “Plan Belgrano”.
Lo más evidente: los cortes de carne denominados esenciales, a $149 el kilo, una verdadera ganga, solo estarán disponibles en el Mercado Central de Buenos Aires y algunos frigoríficos de Santa Fe y Córdoba, de acuerdo a lo que informó el presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA), Miguel Schiariti.
Menos mal que, tal vez en un impulso misericordioso, se incluyó a Córdoba. Los catamarqueños que quieran acceder a vacío, asado y matambre a precio tan conveniente pueden hacer bolsillo para pagar el combustible y trasladarse los 450 kilómetros que median entre San Fernando del Valle y alguno de los frigoríficos de la capital mediterránea, si bien sería conveniente que antes averiguaran sobre el stock disponible: son 120.000 kilos por semana nomás para todo el país. Tampoco es cuestión de incentivar la gula, a ver si se enoja el Papa.

Tarifazos

El carácter centralista de la suspensión del resto de los tarifazos programados para este año, en particular el de la energía, es quizás menos perceptible de inmediato.
La administración Macri pasa de la repulsa a los subsidios a la aceptación de su legitimidad como herramienta de política económica. Sin embargo, persiste en la distorsión originaria de aplicarla indiscriminadamente, como si la situación de todos los estratos sociales y todas las regiones del país fuera la misma.
Si como sugiere la sabiduría popular, de acuerdo al traste han de administrarse los azotes, similares criterios tendrían que seguirse con los analgésicos. Lo que para el menesteroso es auxilio, para el pudiente es privilegio.
La asimetría es estructural. Los usuarios de la Ciudad de Buenos Aires, el distrito de mayor poder adquisitivo del país, por ende el que en mejores condiciones está para subsidiar con recursos propios el consumo, abonan facturas significativamente inferiores a los de, por ejemplo, Catamarca. Como las facturas porteñas son muchos menores desde siempre, los incrementos porcentuales resultan también menos onerosos.
No es lo mismo 40% sobre 100 de la factura catamarqueña, que 40% sobre 40 de la factura porteña. Para Macri y sus conmilitones, sin embargo, sí, y de la diferencia para empardar cargas, si quieren y les da el cuero, deben hacerse cargo las provincias.
Del 55% de aumento de la energía eléctrica proyectado para 2019 ya se aplicó el 40%. Del 15% que resta se hará cargo el Estado nacional. Con lo ya descargado, si quieren y pueden, que las provincias se las arreglen como puedan.
¿A qué asombrarse de tamaño alarde de inequidad?
La indiferencia hacia las economías regionales y el interior profundo es rasgo destacado de la gestión Macri. Ya los tarifazos anteriores fueron homicidas para la producción de las economías regionales, sumados a costos de flete estratoféricos, disparados por la conjugación entre el precio del combustible y las presiones del camionero Moyano, sin que la Casa Rosada se inquietara por revisar sus políticas.
Debe celebrarse, no obstante, la astucia del marketing electoral macrista. Como expone con nitidez el diseño de precios acordados para la carne, los nigromantes publicitarios benefician a la clientela que suponen más fiel: CABA, provincia de Buenos Aires, Córdoba; meten cuña en Santa Fe.
La Pampa Húmeda, la mayor concentración de votantes.

El partido municipal

Los reveses en las urnas que vienen sufriendo los candidatos de Macri en comicios locales desdoblados de los nacionales muestran que el PRO no ha logrado aún salir de su condición de partido municipal. Tiene el Gobierno de provincia de Buenos Aires con María Eugenia Vidal, es cierto, pero aún así sigue siendo una facción porteña que se sirve de la estructura del radicalismo para proyectarse electoralmente al país.
Con su inequidad, las disposiciones antiinflacionarias demuestran que esta característica no es producto de una deficiencia, sino de una decisión política; de una concepción que considera parásito al interior ajeno a la Pampa Húmeda y lo condena a la limosna.
Podrá alegar el macrismo que las asimetrías argentinas provienen del fondo de la historia nacional y que es difícil revertirlas, pero sus políticas no solo no las revierten, sino que las profundizan.
El anuncio de las medidas para contener la inflación tuvo la virtud de correr otro velo de la cobertura de esta idiosincrasia.
Se afianza en la macrisis, al influjo de la desesperación por cautivar votos en los distritos de mayor densidad electoral. Habrá que ver si las argucias publicitarias, que incluyen el aliento a la grieta, bastan para imponerla.

 

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