jueves 28 de marzo de 2024
Cara y Cruz

La semana del papelón

En un sentido general, la Unidad de Atención Integral (UDAI) de  ANSES...

Por Redacción El Ancasti

En un sentido general, la Unidad de Atención Integral (UDAI) de  ANSES coronó una semana para el olvido. Sin embargo, en un estricto sentido de la responsabilidad inherente al funcionamiento de un organismo del Estado, lo que ocurrió estos días deberá ser recordado siempre como un error, bastante grueso, del cual aprender para no repetir.  
Porque no hay registros más o menos recientes de que una simple desinfección en una dependencia estatal haya producido semejantes consecuencias: una veintena de empleados intoxicados y cinco días consecutivos sin atención al público. Si el promedio de atención diaria es de 400 personas, entonces serían unas 2.000 personas que sacaron turnos con antelación y quedaron colgadas. 
De manera que ahora ANSES tendrá que reprogramar los turnos o aumentar los horarios de atención los próximos días para ponerse al día con sus beneficiarios. No obstante, no es del todo seguro que el lunes estén dadas las condiciones. 
Según se informó, este fin de semana harán un relevamiento ambiental en el lugar y recién allí las autoridades tomarán la decisión. 


Y todo este barullo por una desinfección de rutina que se desmadró por completo. Se llevó a cabo el fin de semana anterior, con la idea de que el lunes ya se pudiera trabajar, pero todo cambió cuando los empleados empezaron a descompensarse y debieron llamar al SAME. Nadie pudo explicar hasta ahora qué tipo de veneno se utilizó o si se lo usó en proporciones desmedidas. Como sea, lo cierto es que en principio se trata de una peligrosa mala praxis de la empresa contratada.
Fue el jefe de la Delegación Regional de ANSES, Fernando Corrales Ávila, quien en ausencia del responsable de la UDAI, Fernando Capdevila –el martes presentó un certificado médico y no retornó-, dijo que habían instruido a los asesores legales del organismo para que analicen si correspondía denunciar o adoptar algún tipo de medidas con la empresa encargada de las desinfecciones. 
Porque si algo hay que convenir es que no es nada normal que una simple desratización produzca tanto trastorno. Y que nadie pague por las consecuencias. 


Sucede que a diferencia de otras dependencias del Estado, ANSES tiene una demanda constante de atención por parte de gente que, en muchos casos, viaja desde el interior de la provincia con el turno asignado y no tiene dónde parar en Capital. Es decir, necesita ser atendida en el día para regresar a su lugar de residencia. Y por supuesto que el organismo no le reconoce ningún tipo de gastos. 
El jueves pasado, es decir, en el cuarto día hábil de la semana, la gente supuso con buen criterio que la atención sería normal, pero a primera hora de la mañana le dijeron que las puertas iban a seguir cerradas. Fue entonces que, con lógica indignación, un grupo de personas intentó  cortar la calle San Martín en muestra de protesta pero la Policía se los impidió, también con buen tino. 
Entre los que quedaron afuera había una mujer de Tinogasta que contó que estuvo toda la semana esperado ser atendida y que le dijeron que regrese el lunes próximo. “Esto es inhumano para viejos como nosotros que somos del interior y no podemos volver cualquier día”, dijo entre fastidiada e impotente por la situación. 
Otra mujer, a tono con la crisis más virulenta de estos días en Catamarca, comentó que llegó de Andalgalá y estaba esperando que la atiendan en ANSES para solicitar un “préstamo para pagar la energía”. “Mirá la hora y me cerraron las puertas, gasté $1.500 para venir, si me quedo tendré que dormir en la plaza hasta el lunes”, lamentó. Eran cerca de las 12 de aquel día. 
Fue, sin dudas, una semana bochornosa para el ANSES por la falta de manejo de una situación que exigía apenas sentido común.n

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