jueves 28 de marzo de 2024
EDITORIAL

Las varas de la Justicia

Por Redacción El Ancasti

Han pasado casi 15 años desde que empezó a sustanciarse en la Justicia catamarqueña la causa conocida como Megafraude, en la que se investigan supuestos actos de corrupción en la contratación de capacitaciones por parte del Estado, y el debate oral, si es que no sufre una tercera postergación, recién comenzará en agosto. Al menos habrá juicio, podría señalarse a modo de consuelo, pues por regla general las causas por corrupción, que desde el restablecimiento de la democracia han poblado los tribunales provinciales, rara vez llegan a esa instancia. Se van diluyendo y quedan en la nada.

Los cuestionamientos al Poder Judicial, que tiene numerosas varas para juzgar, la más rígida para los pobres y vulnerables y la más endeble de todas para los vinculados de una manera u otra al poder, son generalizados e involucran también a la Justicia Federal de la Argentina.

Las sospechas de la permeabilidad de la mayoría de los funcionarios judiciales a las presiones de los poderosos explican en buena medida los escasísimos ex funcionarios o funcionarios de los tres poderes del Estado condenados, pese a las cientos de causas abiertas. 

Por estos días la crisis de credibilidad de la Justicia incluye ingredientes nuevos, vinculados con la causa que se tramita en el Juzgado Federal de Dolores y que tiene a un fiscal, Carlos Stornelli, declarado en rebeldía por un juez, un hecho sin precedentes en la historia judicial argentina.

El diario más importante del mundo, que tiene una fuerte incidencia en la opinión pública internacional, se hizo eco de este escándalo. El New York Times pidió que intervengan expertos judiciales extranjeros para reponer cierto grado de credibilidad a la Justicia de nuestro país. “Hay una crisis de credibilidad de la justicia argentina, que debilita las instituciones democráticas (…) En un país con instituciones creíbles, la palabra final la tendrían los tribunales. Pero la percepción de corrupción generalizada impide que los ciudadanos crean en la justicia”, señala el diario norteamericano. Y añade, para explicar las ramificaciones presuntas con otros organismos y los otros poderes del Estado: “Un juez federal, Alejo Ramos Padilla, investiga al fiscal Carlos Stornelli, uno de los que lleva el caso Cuadernos, por supuestamente exigir un soborno a un empresario para mantenerlo al margen de esta causa. El caso en el que se investiga a Stornelli podría involucrar, a su vez, a una presunta red de espionaje e inteligencia ilegal utilizada para extorsionar a ciudadanos con el fin de que confesaran delitos o implicaran a otros”.

Que el escándalo adquiera trascendencia internacional representa una deshonra para la Justicia argentina, pero tal ignominia puede convertirse en una oportunidad si se encara una restructuración a fondo del poder más cuestionado, que implique una depuración y al mismo tiempo una exigencia de que castigue las transgresiones a las leyes, no importa los pergaminos que exhiban los involucrados en los delitos. El dilema es quién tiene la autoridad moral y política para impulsar los cambios. 

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