jueves 28 de marzo de 2024
CARA Y CRUZ

Pulseada política

Por Redacción El Ancasti

La polémica por el “aporte solidario” al SOEM que se les descontará compulsivamente a los municipales no afiliados al gremio terminó trabando el tratamiento en el Concejo Deliberante del incremento salarial, con pronóstico reservado. Son $200 a un universo de empleados que la oposición calcula en alrededor de 1.200: unos $240.000 para el sindicato, tajada interesante que el secretario general Walter Arévalo no está dispuesto a resignar.
El problema para el oficialismo es que precisa dos tercios de los integrantes del cuerpo para sancionar el aumento con el aporte solidario. Son nueve brazos; el bloque del FJV solo tiene 8 miembros, necesita quebrar al menos a uno de los radicales para llegar.

Se trata de una pulseada netamente política. 

El Ejecutivo municipal, los concejales oficialistas y, obviamente, Arévalo, defienden la legitimidad del “aporte solidario” compulsivo de los agentes ajenos al SOEM y recuerdan que se viene aprobando desde hace cuatro años sin inconvenientes. A los radicales, señalan, se les ocurrió comenzar a retacearlo recién desde la segunda mitad del año pasado, por razones de posicionamiento electoral. Sindican como principales responsables de este cambio de actitud a los concejales Simón Hernández (h) y Fernando Navarro.

El bloque del FCS-Cambiemos, por su parte, sostiene que la solidaridad no puede forzarse, de manera que el aporte no puede ser obligatorio. Proponen que se les descuente solo a los agentes no afiliados que expresen su voluntad de retribuir los servicios prestados por el gremio en la paritaria.
No hay acuerdo posible en este punto. La salida, para que el aumento proceda, es desvincularlo del “aporte solidario” compulsivo.

Arévalo chicaneó a los ediles opositores: que el aumento se limite a los afiliados al gremio y a los no afiliados que se avengan a pagar la cuota de $200, y que el resto lleva adelante tratativas salariales por su cuenta. Un imposible.


El FCS-Cambiemos boicoteó la sesión de ayer. Los municipales se alzaron entonces con Arévalo a la cabeza, en un episodio de lo más pintoresco que comenzará a tornarse castaño oscuro si el gremio cumple con la amenaza de ir al paro a partir de este lunes y empieza a incordiar a todo el mundo por el cuarto de millón de pesos que espera embuchar.

Es una pulseada netamente política, en la que cada bloque sobreactúa en función de lo que supone espera su clientela. Habrá que ver hacia dónde se ladean los costos políticos. 
Si el peronismo insiste en aprobar aumento y aporte solidario en conjunto, tiene que quebrar la bancada opositora y obtener al menos un voto adicional. Tarea difícil cuando están en juego aspiraciones reeleccionistas, aunque no imposible. 

La estrategia del FCS-Cambiemos es aprobar el aumento y rechazar la cláusula del aporte compulsivo. En caso de que el bloque oficialista se preste a tal maniobra –la oposición no tiene quórum, de modo que no puede avanzar sola- se expone a la furia incandescente de Arévalo.

Es claro: el radicalismo alega que el peronismo no quiere aprobar el aumento sin lo que califica una dádiva para Arévalo.

En este punto, la pregunta es hasta dónde estarán dispuestos los municipales a aguantar sin aumento. 
Las negociaciones contemplan dos alternativas . Que los no afiliados expresen su voluntad de hacer el aporte solidario para que el municipio les descuente, en la trinchera radical; que expresen la voluntad de que no aportar, desde el peronismo. Esto es: que se haga un trámite por los $200, en un caso para habilitar el descuento y en el otro para no hacerlo. Nótese la astucia de los contendientes: es improbable que alguien se ponga a hacer trámites por $200, en cualquier sentido.

Es un desafío para el liderazgo del que Arévalo presume: que él se encargue de recorrer el espinel de los no afiliados y los convenza de aportar. Una juntada de firmas, en definitiva, que desde el gremio podría ejecutar en un día o dos. Salvo que no esté seguro del resultado del sondeo y no quiera arriesgarse a un rechazo.
 

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