jueves 28 de marzo de 2024
EDITORIAL

Abusos en la Iglesia: el fin del silencio

Por Redacción El Ancasti

Al mismo tiempo que se conocía el suicidio de un sacerdote católico acusado de abuso sexual contra adolescentes, se supo también que la Iglesia, por iniciativa del Papa Francisco, ordenó eliminar el secreto pontificio en los casos de abusos a menores por parte de miembros del clero, atendiendo de esa manera a una de las demandas de las víctimas de pederastia.

Lo cierto es que, por distintos motivos, el tema de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia hace mucho tiempo que se mantiene en la superficie del debate público. Y lo seguirá estando, tal vez más ahora si toda la información que El Vaticano posee al respecto, y que no podía ser divulgada por las reglas de silencio y confidencialidad que fueron abolidas, llega a los expedientes de las causas judiciales abiertas o sirve para impulsar nuevas demandas. 

La decisión adoptada por el Pontífice, que tendrá vigencia inmediata, es muy beneficiosa para la propia institución, si en verdad quiere separar de su seno a los abusadores y pederastas, y por supuesto también para las víctimas de estas prácticas aberrantes, muchas de ellas menores de edad en el momento del sometimiento. Pero debe lamentarse que la medida llegue tan tarde. Es que resulta incomprensible que la Iglesia haya guardado como un secreto información valiosa para determinar responsabilidades en estos casos aberrantes durante tanto tiempo.

En la nueva instrucción “sobre la confidencialidad de las causas” se establece que “no puede imponerse ningún vínculo de silencio con respecto a los hechos encausados ni al denunciante, ni a la persona que afirma haber sido perjudicada ni a los testigos”. En la práctica, modifica las Normas de Delitos Graves aprobadas en 2001 durante el pontificado de Juan Pablo II.

El proceso de apertura que promovió Bergoglio en los primeros tramos de su papado a la investigación y condena de los casos de abusos que tienen como victimarios a miembros del clero, de a poco fue perdiendo impulso. La eliminación del secreto pontificio parece retomar aquel envión inicial. Francisco, además, endureció las normas sobre los casos de pederastia de manera que sea delito “la adquisición, posesión o divulgación, con un fin libidinoso, de imágenes pornográficas de menores de 18 años por parte de un clérigo”, y no solo los menores de 14 años como hasta ahora, según la información difundida por El Vaticano.

Buena parte de la responsabilidad del freno al proceso aperturista les corresponde a las iglesias locales, que tienden a proteger, hasta donde pueden y la Justicia las deja, a los sacerdotes señalados como abusadores. Da la impresión que muchos obispos y sacerdotes consideran que los abusos sexuales no son delitos, sino, apenas, pecados o desviaciones que se corrigen con penitencia, ayuno o rezando cinco padrenuestros. Cambiar esta concepción lleva su tiempo, pero la divulgación de los casos y las condenas correspondientes son avances que deben celebrarse.


 

Seguí leyendo
LO QUE SE LEE AHORA
la casta anses

Te Puede Interesar