jueves 28 de marzo de 2024
CARA Y CRUZ

Cambios en la continuidad

Por Redacción El Ancasti

Durante la campaña de las primarias, el intendente de la Capital y candidato a gobernador, Raúl Jalil, anticipó algunas reformas que piensa instrumentar en la estructura del Estado. 
Como en ese momento la Obra Social de los Empleados Públicos estaba inmersa en uno de sus habituales episodios polémicos, fue la piedra de toque para que el postulante planteara la posibilidad de organizar su administración a través de un ente cuyo directorio cuente con acuerdo del Senado. El mismo modelo, dijo, podría aplicarse a la empresa Aguas de Catamarca, a Vialidad de la Provincia y a la Caja de Prestaciones Sociales (CAPRESCA), que funcionaría como la Caja de Crédito Municipal.


Estas vigas maestras del programa de reforma del Estado, todavía incipientes, fueron enunciadas junto a la intención de avanzar en acuerdos políticos para la reforma de la Constitución, que la gobernadora Lucía Corpacci no pudo concretar, con el propósito de pasar a un sistema parlamentario unicameral, con elecciones cada cuatro años y no cada dos, como ahora. 
También mencionó Jalil su intención de recuperar el Estadio Bicentenario, único asunto al que volvió a referirse luego, para anunciar que quiere transferirlo a la Municipalidad de la Capital.
El fin de semana, en un encuentro con dirigentes y militantes del peronismo que se realizó en San María, Jalil volvió a hablar, con algo más de detalles, de las modificaciones en la estructura estatal que llevará adelante en caso de hacerse con el Sillón de Avellaneda y Tula, sobre las que un equipo está trabajando silenciosamente.
La gestión del agua potable y cloacas, por ejemplo, que ahora se desarrolla por cuerdas separadas a través de, por una lado, la SAPEM Aguas de Catamarca -Capital, Valle Viejo y Fray Mamerto y Esquiú- y, por el otro, la Dirección de Agua y Saneamiento del Interior (DASI) dependiente del Ministerio de Obras Públicas, se unificará en un solo ente para toda la provincia.
De este modo, se logrará una mejor sinergia para la planificación y el financiamiento de obras, sin los desencuentros políticos que eventualmente puedan surgir entre las conducciones de organismos diferentes.


Con el mismo criterio se fusionarían en un ministerio el Instituto Provincial de la Vivienda y la Secretaría de Vivienda. Esto redundaría en mayor eficacia en la gestión de recursos nacionales y, obviamente, también en una política habitacional local más consistente, que responda a criterios unívocos y con una visión global del problema.
También se ajustan detalles de cambios tendientes simplificar el circuito de las finanzas provinciales, para ganar en agilidad burocrática y aceitar los dispositivos de recaudación tributaria. 


Los estudios y la elaboración del programa de reforma del Estado se están haciendo con mucha discreción por dos motivos principales.
Uno es no acicatear la pechadera por futuros cargos en la eventual gestión de Jalil, que ya se ha tornado bastante insoportable, agravada por la incertidumbre que aqueja a actuales funcionarios, sobre todo en segundas y terceras líneas, acerca de su continuidad una vez que Lucía Corpacci deje la Casa de Gobierno. Las rogativas atormentan las orejas no solo de Jalil y su entorno, sino también las de Corpacci y las del candidato a intendente de la Capital.
La otra razón es la necesidad de Jalil de marcar algunos rasgos distintivos respecto de la gestión de Corpacci una vez que asuma, en esta alquimia de cambio dentro de la continuidad que es el singular proceso electoral catamarqueño, signado por la renuncia de la Gobernadora a la re-reelección. 
La reformulación del esquema estatal es uno de los ejes de esta diferenciación sutil y Jalil quiere combinar sorpresa, originalidad y consistencia al anunciarla. Por ahora, solo trascienden indicios.

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