jueves 28 de marzo de 2024
AÑO JUBILAR MARIANO 2020 || 400 AÑOS DE PRESENCIA AMOROSA DE MARÍA, LA PURA Y LIMPIA CONCEPCIÓN, EN EL VALLE DE CATAMARCA

Esquiú y la Virgen del Valle

Fray Mamerto Esquiú, de rodillas, mirando a los ojos a su Madre, le confiaba sus anhelos e invocaba su protección.

Por Redacción El Ancasti

La Catedral Basílica es el lugar donde han rezado, implorado y agradecido a Dios y a la Virgen varias generaciones de catamarqueños y devotos de todo el país y del mundo. Este templo es el lugar predilecto de los miles de peregrinos que se regocijan al llegar al encuentro con la Morena del Valle. Así también Fray Mamerto Esquiú, de rodillas, mirando a los ojos a su Madre, le confiaba sus anhelos e invocaba su protección.

¿Esquiú conoció la Catedral de Catamarca? Luego de permanecer 75 años en Valle Viejo, la sagrada imagen de la “Limpia y Pura Concepción” es trasladada a la ciudad de San Fernando del Valle, en abril de 1695. En el mismo lugar que hoy ocupa la Catedral se construyó el primer templo, sencillo y precario, de piso de tierra y techo sin tejas, que se desplomó aproximadamente en 1715. Años después se inicia la construcción de una nueva iglesia, ahora de tres naves y construida a calicanto (ladrillo y cal), obra que estuvo concluida a fines de 1744. La iglesia matriz ocupaba el mismo sitio que la nave central de la actual Catedral. Era una iglesia de 60 varas de largo y 9 varas de ancho, pared de adobe, piso de ladrillo, techo de madera labrada, tejuela y tejas (Gaspar H. Guzmán. La Virgen del Valle y la historia de sus santuarios. Catamarca. 1970). 

Aquí es donde Fray Mamerto Esquiú pronuncia su célebre sermón patrio el 9 de julio de 1853. Su fachada principal era muy parecida a la actual iglesia de San José de Piedra Blanca. Este templo duró más de 120 años, y tuvo numerosas reparaciones. En 1859 inicia la obra de la nueva Catedral, comenzando por las naves laterales, dejando en el medio a la vieja Iglesia Matriz, hasta que el sábado 6 de diciembre de 1862 se derrumbó estrepitosamente durante una misa, al fallar los puntales que la sostenían.

El 4 de diciembre de 1869, sin estar totalmente concluida, fue inaugurada por el vicario José Facundo Segura. El hermoso templo de estilo neo renacentista se concluyó definitivamente en 1875. 

En una carta fechada el 17 de enero de 1869, desde Bolivia el Padre Esquiú escribe al vicario José F. Segura, lo felicita por haber concluido la obra y le sugiere colocar la imagen de la Virgen María, la que hoy vemos en lo alto del frontispicio, especificándole donde encargarla, las dimensiones y el peso de la estatua.

“Me habla Ud. de la hermosa cruz que corona la magnífica cúpula del templo de la Virgen del Valle; yo traeré a la memoria lo que quizás Ud. tiene olvidado, y que se lo dije muchas veces, y que era mi ensueño y mi encantadora imaginación. Cuando considerábamos el plano de la iglesia, de la fachada y nos representábamos la vista que ofrecerá la cúpula, descollando sola sobre todos los edificios de la ciudad entre las alamedas y bosques de naranjos, ¡qué bien colocada está la cruz sobre ese objeto único dominante! Pero yo pregunto a mi buen amigo, el dichoso cura de la Virgen del Valle ¿No es esta Santísima Virgen que ha querido ser protectora de ese pueblo? Pues, ¿Cómo entonces descollará sola la Santísima Cruz, sin algo que traiga a la memoria y dé honor a la Virgen María? En lo alto del templo está bien la cruz, pero debe haber una estatua de bronce, que represente a la Inmaculada Virgen, concebida sin pecado. El señor Vicario ha de encargar esa obra a Francia, no a Córdoba; y de acuerdo con el arquitecto, debe señalar las dimensiones y el peso de la estatua, teniendo en cuenta la clase de frontispicio que se ha de hacer ¡Qué vista ofrecería para Catamarca en aquel día, para el viajero que llegue en busca del amor y esperanza de su corazón, la Virgen del Valle!”. 

 Cuando Esquiú regresa a Catamarca en 1875, luego de permanecer trece años en Bolivia, pudo contemplar la magnífica obra de la catedral. 

El dogma de la Inmaculada Concepción 

Fray Mamerto Esquiú tenía hacia su madre, la Virgen María, solo cánticos de alabanza. En ella veía la fuerza del “brazo de Dios”, que sostenía su vida y sus acciones. Ese infinito amor lo llevó a estudiar en profundidad “el ministerio dado a la Virgen para acompañar a sus hijos”. 

Estudió a la Madre desde las lecturas de Santo Tomás, San Agustín, San Ambrosio y el Padre Ventura de Ráulica. Gran alegría causó en el Padre Esquiú la lectura de la Epístola Apostólica redactada por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854 sobre la declaración dogmática de la Inmaculada Concepción de María. Al respecto dijo: “Nuestra boca se ha llenado de gozo y nuestra lengua de regocijo. ¿Cómo no alegrarnos, cómo no saltar de júbilo viendo tanta gloria enriquecida con tan singulares bendiciones a María nuestra madre y madre de Dios, nuestro paño de lágrimas, el refugio de los pecadores y consuelo de afligidos, la honra de la naturaleza humana, nuestra esperanza en la vida y en la muerte? ¡Honrado tú con la especial protección de María, y fiel y agradecido a su inefable bondad, tú, Catamarca, probarás palpablemente que el que tiene a María tiene la vida, y que en esta Madre dulcísima se habita con perfecta y perpetua alegría!” (Sermón predicado en la Iglesia Matriz de Catamarca, agosto de 1858).

Plática a Nuestra Señora del Valle

En todos sus sermones aparece la figura de María a la que le suplica y rinde honores, demostrando su infinito amor y declarándose su admirador y devoto. De regreso en su tierra natal, en el año 1875, en la función de Nuestra Señora del Valle (8 al 16 de diciembre) predica tres sermones.

En el primer día toma por tema “Quo modo si cui mater blandiatur”, de Isaías; e. En el día siete de la función escoge por tema “Honorem habebis matri tucede”, de Tobías. En el noveno, el tema es “Dominus possedit me in initio viarum suarum”, de los Proverbios. 

Estos sermones fueron publicados en folleto especial con una dedicatoria a Nuestra Señora del Valle (Félix Avellaneda. Fray Mamerto Esquiú. Datos biográficos. Stella, Catamarca, 1917, pág. 84.) 

El primer día del novenario en honor a la Virgen del Valle en la Catedral de Catamarca, Fray Mamerto Esquiú dijo: “En el culto de esta sagrada imagen se ve cómo una fuente de aguas vivas de las que manan consuelos y beneficios en tal abundancia, que este lugar felicísimo ha llegado a dar a la Virgen su propio nombre. […]Verdad es también, preciso es confesarlo, que en el pueblo que se dice devoto de la Virgen del Valle se ven grandes y horribles crímenes, vicios y escándalos que deshonrarían a los mismos paganos; pero también es cierto que nuestras maldades no han podido agotar la caridad de María. Verdaderamente ¡Oh Virgen Inmaculada!, tú nos tratas cual una madre que acaricia a su hijo. A pesar de tantos vicios e impiedades con que deshonramos tu nombre purísimo, tus consuelos y beneficios corren siempre inagotables, como si te propusieras vencer nuestra ingratitud a fuerza de beneficios”. (Plática predicada en la Catedral de Catamarca, diciembre de 1875).

Luego de este tirón de orejas al pueblo catamarqueño, el Padre Esquiú felicitó a todos aquellos que colaboraron en la construcción de la hermosa casa de la Madre Morena, recientemente concluida. Finalizó exhortando a los presentes con estas palabras: “Procuremos, pues, asegurar con esas buenas obras la vocación y elección que hizo de nosotros la dulcísima Virgen del Valle. ¡Ay de aquel que burlare su amor! Ya es tiempo de que comencemos a ser varones fuertes y buenos soldados de Jesucristo ¡Virgen del Valle!: multiplicad en nosotros vuestras antiguas misericordias y alcanzadnos aumentos de fe y caridad para que, arraigadas en ellas, obremos el bien en todas las cosas y permanezcamos fieles a vuestro amor”.

El hijo ante su Madre del Valle 

En su Diario de Recuerdos y Memorias, el Padre Esquiú deja patentes testimonios de su devoción a la Virgen. Allí reconoce su fragilidad humana, no disimula sus temores, desánimos y tristezas, pero sostenido por la esperanza, se abandona confiadamente en manos de la misericordia de Dios, haciendo del Señor su sostén y de la Virgen María su apoyo. 

Cuántas veces, siendo niño, sus padres lo llevaron desde Piedra Blanca a la ciudad de San Fernando del Valle a visitar a la Mamita Virgen. Cuántas veces, ya residiendo en el convento franciscano, se acercaba a confiarle sus alegrías y tristezas. Cuántas veces habrá sentido en su pecho el intenso calor maternal que provenía de esa imagen morena, que es la protectora de todos los catamarqueños. Cada vez que el Padre Esquiú emprendía un viaje misionero fuera de la provincia pasaba por la casa de su Madre del Valle. Allí, de rodillas, le confiaba sus anhelos y sueños e invocaba protección al cubrirlo con su manto, buscando en su mirada la bendición.n

Profesor Mario Daniel Vera

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