jueves 28 de marzo de 2024
EDITORIAL

Ausencia no justificada

Por Redacción El Ancasti

La asunción del nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, el pasado martes 1º, no contó con la presencia de su par argentino, Mauricio Macri, quien se encuentra de vacaciones en el sur desde fines de diciembre. Fue la ausencia más notoria en una ceremonia que contó con la mayoría de los líderes de la región. 

Macri envió en su representación al canciller Jorge Faurie y lo saludó con un tuit: “Quiero enviarle mis mejores deseos a Jair Bolsonaro en el día que asume como presidente de Brasil, país amigo y hermano. Confío en que nuestros gobiernos seguirán colaborando para la prosperidad de nuestros pueblos”, se publicó en la cuenta del mandatario argentino. 

De buena forma, el presidente brasileño le respondió por la misma red social: “Gracias por sus palabras, Presidente. Sin duda Brasil y Argentina van a caminar juntos en direcciones diferentes a las pasadas por los últimos gobiernos. ¡Un gran abrazo!”, escribió.
La gentileza pública que expresa tal cruce no puede, sin embargo, disimular el hecho de que la ausencia de Macri en tal trascendente acto se debió sencillamente a que no estaba dispuesto a suspender ni un solo día de sus vacaciones en Villa La Angostura. Y eso fue evidente tanto en Brasil como en la región. No había razones de Estado que justificaran el faltazo. 

En el acto dijeron presente Evo Morales (Bolivia), Sebastián Piñera (Chile), Iván Duque (Colombia), Mario Abdo Benítez (Paraguay), Tabaré Vázquez (Uruguay) y Martín Vizcarra (Perú). Los jefes políticos de Venezuela y Cuba directamente no fueron invitados. 
La presencia del Presidente de la República Argentina –es decir, más allá de Macri- en la asunción de su par del Brasil es un hecho de una enorme significancia institucional y política. En primer lugar, porque Brasil es el principal socio comercial de Argentina, y además es la primera economía de Sudamérica. 

Pero en el caso puntual de Macri, no solo era diplomáticamente correcto que hubiera estado, sino que además tiene una responsabilidad mayor: es el actual presidente del Mercosur, que aunque se encuentre actualmente devaluado no deja de ser una alianza fuerte que necesita revitalización. 

Cuando Macri asumió al frente de la presidencia del país en 2015, vino a saludarlo en persona Dilma Rouseff, quien hizo a un lado sus diferencias ideológicas y cumplió con su rol presidencial. Si en lugar de ella hubiera venido un canciller o el vicepresidente, las lecturas políticas insidiosas no se habrían hecho esperar.   Incluso si se tratara de afinidad ideológica, Macri está más cerca de cierta derecha que encarna Bolsonaro que del populismo de Dilma o Lula. Por otro lado, tampoco se han conocido diferencias notorias entre ambos mandatarios. 

En definitiva, Macri no fue sencillamente porque no quiso interrumpir sus vacaciones. Y en los dos últimos años ha sumado más de 100 días “no trabajados”, más de lo que puede aspirar cualquier trabajador raso del país.  Según anunció la Casa Rosada, el próximo 16 de enero Macri viajará a Brasilia para reunirse oficialmente con Bolsonaro. Será la primera vez que se vean las caras. Su ausencia al acto del 1º de enero –una fecha establecida en la Constitución brasileña para los cambios de mando- quedará tal vez como una anécdota. Pero eso no puede justificarla. 
 

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