jueves 28 de marzo de 2024
EL MIRADOR POLÍTICO

Sabor a nada

Por Redacción El Ancasti

Como ningún catamarqueño medianamente avisado desconoce  la expansión lograda por la usura en Catamarca, una clausura y un par de multas aplicadas a tres financieras por la Dirección de Defensa del Consumidor por infracciones a las leyes de Defensa del Consumidor y de Lealtad Comercial no impresionan demasiado. Sabor a nada: muy magro es el resultado del combate declarado contra este flagelo en 2012, año en que el Gobierno provincial lanzó con grandes aspavientos una cruzada que lideraría el Comité Ejecutivo para la Erradicación de la Usura, integrado por referentes de los ministerios de Gobierno, Producción y Hacienda.
Tamaño esfuerzo institucional deviene patético ante la exhibición de solo tres cabezas, cuando han pasado nada menos que seis años desde el inicio formal de las beligeraciones y, detalle no menor, solo después de que varios informes de El Ancasti dieron cuenta de la rozagante vigencia del negocio. No debe descartarse que entre las motivaciones del Gobierno persistan las que precipitaron la creación del Comité: ofrecer la imagen de que existe gran inquietud por la estafa a la que son sometidos los catamarqueños con menos acceso a las 4x4 y a los créditos UVA.
Los motivos alegados para las sanciones, no obstante, son elocuentes: una persona del interior fue impelida a pagar cuatro veces el valor de la suma que una de las cuevas le había dado en calidad de préstamo. Tasas de interés superiores al 330% anual, con el requisito de firmar pagarés en blanco. Chantaje liso y llano.
Es irónico que, mientras la usura prospera impune, la Legislatura dedique ingentes esfuerzos a discutir una ley en contra del plus médico de dudosa eficacia.
Una síntesis de la distorsión de los criterios aplicados parta determinar prioridades en Catamarca: pura taquilla, pues la resolución del problema del plus depende de los acuerdos a los que puedan arribar la corporación  médica y la Obra Social de los Empleados  Públicos, mientras que el combate contra la usura precisa de legislación concreta que preste estribo a la acción de los organismos de control.
Pero más allá de constatar el carácter demagógico y oportunista del Parlamento local, es pertinente señalar la incompetencia gubernamental para acotar un fenómeno que se ceba en los sectores más desguarnecidos de la sociedad y fuga millonadas de la provincia.

Evidente

La inoperancia estatal resulta más llamativa cuando las casas financieras proliferan en pleno centro de la Capital y la mayoría no cumple con los mínimos requisitos legales. Casi ninguna exhibe en vidriera, por ejemplo, los costos financieros de los créditos que ofertan. Funcionan como tramperas, en las que las víctimas ingresan atraídas por los cantos de sirena de las bajas cuotas.
Las tasas de interés que se aplican son irracionales. El monto de los intereses está directamente vinculado con las posibilidades de cobrar: más altos mientras menores sean las garantías de que el deudor pague. Sin embargo, el riesgo de los usureros locales es nulo. Cobran indefectiblemente, porque su resguardo es el salario de los empleados públicos, las jubilaciones o el plan social que perciba el blanco capturado. El que cae en las financieras es porque no reúne las condiciones para financiarse en la banca regular, pero el usurero, cebado, le exige de todos modos tasas prohibitivas seguro de que podrá cobrar porque, en última instancia, el garante es un empleado público o un jubilado cuyos ingresos aseguran el bocado.
A esta miseria moral de aprovecharse de los más desvalidos se suman los perjuicios económicos que la expansión de la usura supone para la provincia.

Cepo

Un estudio de la Municipalidad de la Capital difundido hace un par de años calculó en más de 600 millones de pesos la suma que la usura se lleva de Catamarca por año. Curiosamente, la misma Municipalidad que reveló este saqueo es la que proporciona el permiso a las cuevas de la usura para que procedan al robo sin freno a la luz pública, como cualquiera puede comprobarlo son solo hacer un paseo por la Peatonal. Esto, sin considerar la gran cantidad de financieras que se empachan desde locales más discretos o cazando por las redes sociales.
Las maniobras de los usureros se concatenan con las de los bancos regulares, que captan los depósitos de los catamarqueños y los trabajan financieramente –operaciones con dólares y títulos incluidas- en otras plazas.
Nótese lo piratesco del sistema que el Gobierno y la Municipalidad han permitido que se monte: la usura se hace del dinero de los sectores más vulnerables, la banca regular de los depósitos; ambos polos de la rapiña se llevan esa fortuna afuera para lograr utilidades adicionales a las obtenidas a costillas de la sociedad de Catamarca, que se las ve en figurillas para acceder a créditos hipotecarios o productivos .
El esquema de saqueo es tan evidente que cuesta creer que no pueda combatírselo, o al menos imponerle tributos que desalienten su expansión al mismo tiempo que incrementan los ingresos al erario.
Por supuesto, podría ser que alguien con el poder para hacer algo haya decidido mantenerse prescindente a cambio de una tajada, pero esas son especulaciones de gente malpensada. Seguro que la impunidad de la usura obedece solo a la astucia de los buitres y la inocencia del funcionariato.

 

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