jueves 28 de marzo de 2024
EDITORIAL

Hay otras alternativas

Por Redacción El Ancasti

Sostener que de las crisis económicas sólo puede salirse apelando a las recetas ortodoxas, que tienen como objetivo prioritario y casi excluyente la drástica reducción del gasto para lograr de esa manera el equilibrio fiscal, es un error que suele pagarse muy caro. Este es el propósito, de hecho, del programa económico que recomienda el FMI para los países emergentes, con resultados habitualmente negativos, como lo prueba la historia de esos países, incluida la de Argentina, que tiene para exhibir como ejemplo el estallido del 2001 como secuela funesta de ese plan.

Hay otras alternativas que deberían explorarse. El diputado nacional Felipe Solá, que ha expresado ya vocación presidencial, cree que de la crisis se sale “por arriba” y no ajustando “por abajo”. “Tengo experiencia porque viví el 2001 como gobernador y sé que de esta situación hay que salir por arriba, produciendo más, no recortando”, señaló días pasados en Mendoza, durante una charla con pequeños y medianos productores.

No solo en los sectores opositores está empezando a prender este discurso. Hay dirigentes de peso en el oficialismo que consideran que al recorte de gastos hay que añadirle rápidamente medidas de reactivación de la producción. Tienen una visión desarrollista de la economía, que discrepa con la clásica. En ese grupo debe anotarse por supuesto al ministro Rogelio Frigerio, pero también a funcionarios o dirigentes de origen radical –algunos de ellos gobernadores- que reniegan de la ortodoxia como única vía. 

La inquietud es lógica y se basa en la realidad: la aplicación de las reglas básicas del liberalismo -la economía de mercado- ha acrecentado notablemente la vulnerabilidad de la economía, y ha hundido, por ejemplo, la producción industrial como consecuencia de la apertura de las importaciones. Los números son contundentes: desde la llegada de Cambiemos al gobierno se han perdido más de 82.000 puesto de trabajos en la industria, según un informe elaborado por el Observatorio de Comercio Exterior, Producción y Empleo de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo.

Es paradójico que el FMI, que está conducido por los países centrales, recomiende las políticas de liberalización del mercado y el comercio, cuando el desarrollo de esas naciones tuvo como uno de sus ejes principales la implementación de políticas proteccionistas de su producción industrial. Ha-Joon Chang, un prestigioso economista, investigador de la Universidad de Cambridge, afirma precisamente que los países desarrollados, luego de crecer en base al proteccionismo “le dieron una patada a la escalera” y reclaman a las economías periféricas “que hagan lo que ellos dicen pero no lo que hacen o hicieron”.

De hecho, los dos países con mayor desarrollo industrial de América del Sur -Brasil y Argentina- basaron ese logro en políticas proteccionistas, hoy completamente abandonadas.

A veces, adoptar una mirada heterodoxa de las posibles soluciones a los problemas que nos aquejan puede ser beneficioso. Sobre todo cuando la ortodoxia, como puede verse en la actualidad y en las correctas lectura de la historia, no encuentra las respuestas adecuadas.

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