El intendente de Andalgalá, Alejandro Páez, asumió el viernes la presidencia del radicalismo provincial y convocó a sus correligionarios a sumarse en la cruzada para retomar el Gobierno provincial perdido en 2011. Se hace cargo del partido tras una interna que no fue debido a las deficiencias formales en la lista que se le oponía, encabezada por el ex diputado nacional y ex auditor de la nación Horacio Pernasetti, cuyos aliados no pudieron revertir en sede judicial la derrota sufrida en la Junta Electoral. Llamó la atención que el sector que sostenía la candidatura de Pernasetti no hubiera podido reunir las condiciones mínimas para pararse en la contienda, pues lo integraban las líneas enfiladas nada menos que con el ex gobernador y actual diputado nacional Eduardo Brizuela del Moral y el ex intendente de la Capital Ricardo Guzmán, la fórmula “radical pura” que perdió ante Lucía Corpacci aquel funesto 13 de marzo de hace siete años.
Era inaudito que dirigentes de tamaño relieve carecieran de respaldos suficientes para competir y debieran recurrir a expedientes tan burdos como completar listas y avales con muertos. En realidad, ambos evaluaron que sus posibilidades de triunfo serían más sólidas en las primarias abiertas previas al compromiso electoral del año que viene, en el que esperan ser candidatos. La disputa en un electorado circunscripto al padrón de afiliados radicales se les hacía más ardua, porque el armado de Páez, bajo el influjo del senador nacional Oscar Castillo, contaba con el poder territorial de todos los intendentes boinablancas y había sumado a MORADA, la línea capitaneada por la diputada provincial Juana Fernández que el 2017 había obtenido, con el médico Roberto Gómez como precandidato a diputado nacional, casi un 40% de los votos en la PASO contra Brizuela del Moral. De manera que, aunque el castillismo y sus aliados hicieron todo para impedir que la lista de Pernasetti llegara a las urnas, no es menos cierto que las facciones de Brizuela del Moral y Guzmán desertaron al calcular que una eventual derrota en las internas los dejaría muy rezagados en la refriega por las candidaturas expectantes el año que viene.
El objetivo del castillismo y los intendentes radicales era más trascendente que obtener control de los resortes partidarios. Buscaban erosionar a Brizuela del Moral para que no sea candidato a la Gobernación el año próximo, cuando esperan que la Casa Rosada respalde la oferta del FCS-Cambiemos a nivel provincial, más ahora que el panorama político le ofrece garantías de victoria mucho más difusas de las que había antes de la crisis cambiaria. Como Brizuela del Moral y Guzmán, que se arroga la condición de pionero macrista en Catamarca, le sacaron el traste a la jeringa, la oportunidad para dar el golpe se postergó hasta las PASO. De este modo, la gestión proselitista para dirimir la interna opositora se trasladará afuera de la UCR, hacia el campo del PRO, presidido por el diputado provincial Enrique Cesarini, y los partidos chicos del FCS. Brizuela del Moral ha sido el candidato invariable contra el oficialismo provincial desde 2011 afirmado en la primacía que le adjudican las encuestas; ese es su naipe y lo juega a nivel nacional. Si bien no faltan los que se postulan para suplantarlo, hasta el momento no ha surgido otro postulante que se le arrime. Las condiciones políticas generales pueden variar y precipitar cambios en las estrategias de los participantes del litigio, pero por el momento, si la UCR local aspira a retener su posición de “primus inter pares” en el diseño del macrismo provinciano, la gestión de Páez, que no es lo mismo que Páez, tiene como principal desafío alumbrar y fogonear alternativas la figura de Brizuela del Moral, para someterlas al criterio de la Rosada o para enfrentarlo en las PASO.