Unos de los sectores económicos que sufren los mayores índices de marginalidad en la Argentina es el de los pequeños productores familiares. Propietarios de pequeñas parcelas de tierra, que trabajan ellos mismos, generalmente con la colaboración del resto de los integrantes de la familia han sido condenados históricamente a la exclusión de casi todos los incentivos que el resto de los actores económicos tienen para producir.
Con gravísimos problemas de comercialización, prácticamente sin acceso al crédito, en los últimos años gozaban al menos del monotributo social, mecanismo que los habilitaba para lograr aunque sea una inserción mínima en el sistema. Les permitía a pequeños productores agrícolas, caprinos, porcinos, apicultores y pequeños ganaderos acceder a la obra social y realizar aportes jubilatorios sin realizar aportes. Además, permitía el blanqueo del circuito comercial de los productores y que éstos pudieran extender su actividad en forma directa, sin pasar por intermediarios.
Estaba vigente desde hace 2009 y constituía un logro muy valorado.
La semana pasada, el gobierno nacional decidió que la gratuidad del monotributo social concluirá el próximo mes de diciembre. La medida afectará a casi 3.000 productores catamarqueños y cientos de miles a nivel nacional.
Los que deseen continuar con el beneficio deberán abonar, a partir de esa fecha, 260 pesos por mes por persona, lo que una familia de cuatro integrantes representará más de 1.000 pesos por mes. Se trata de un monto que, teniendo en cuenta los bajísimos ingresos que tienen estos productores, en muchos casos no podrá pagarse, lo que provocará que miles de ellos retornen al estado anterior, en el que no gozaban de los beneficios de una obra social y, en el futuro, de un haber jubilatorio, y que pierdan las herramientas contenidas en el blanqueo de su actividad productiva.
No es el único golpe que ha sufrido el sector en los últimos años. El desfinanciamiento de la Secretaría de Agricultura Familiar y del Instituto de Tecnología Agropecuaria, y los despidos de técnicos de estas áreas resintieron enormemente el acompañamiento que ofrecía a los pequeños productores.
Ambas medidas, la desaparición del monotributo social gratuito y los recortes a los organismos estatales de apoyo técnico y acompañamiento, se inscriben en el programa de reducción del gasto del Estado en el que se encuentra empeñado el gobierno nacional para reducir el déficit fiscal.
El ajuste, sin embargo, parece afectar solo a los pequeños productores de las zonas marginales del campo argentino, porque los productores de la Pampa Húmeda mantienen el beneficio de la baja o desaparición, según los casos, de las retenciones a las exportaciones. Medidas que no serán materia de revisión, según señaló el propio presidente Mauricio Macri. “Las retenciones no se tocan”, dijo en una reunión que mantuvo el martes con miembros de las entidades rurales, ratificando lo señalado por el ministro de Agroindustria y ex presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luis Etchevehere.
La política de apoyo al campo “rico” y de desprotección al campo “pobre” ha sido una constante en el actual gobierno. Tal vez sea hora de que la taba se dé vuelta.