jueves 28 de marzo de 2024
EDITORIAL

Changas y propinas

Por Redacción El Ancasti

Si bien el gobierno nacional intenta todavía transmitir un mensaje optimista sobre el rumbo económico estratégico del país, hay coincidencia generalizada en la dirigencia política respecto de que se avecinan tiempos duros. Aquel mensaje de que “lo peor ya pasó”, quedó en el olvido. Todo parece indicar que lo peor está por venir. El propio jefe de Gabinete, Marcos Peña, admitió en estos días que la Argentina “está atravesando un clima tormentoso”.

El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional implica la profundización de las políticas de ajuste fiscal. El pronóstico de los efectos de este programa en el largo plazo varía según la opinión venga del lado del oficialismo o de la oposición. Pero en el corto y mediano plazo hay unanimidad de criterios: el impacto se hará sentir y los sectores vulnerables serán los más afectados.

El debate que se abre ante esta certeza se vincula con las medidas que deben adoptarse para morigerar las consecuencias. Hay, en ese listado de alternativas, propuestas paliativas, otras más de fondo, e incluso algunas insólitas, como las enunciadas por la líder de la Coalición Cívica, la diputada Elisa Carrió, que suele incurrir en declaraciones desopilantes, las que perpetra como si fuesen verdades reveladas o, como en este caso, soluciones brillantes, cuando en realidad no son más que elucubraciones de escasísimo aporte al debate nacional. 

En declaraciones televisivas, admitió que observa desesperanza en la gente, y recomendó a “la clase media y alta” que “dé propinas”, y que además les dé “changas” a los trabajadores informales. “Aunque le cueste haga la changa. Hay más de dos millones o tres millones de personas que viven de esa changa”, pidió la legisladora.

En las actuales circunstancias, lo que el país necesita de sus dirigentes políticos no es apelaciones a la buena voluntad de la clase media, sino políticas de contención social para la emergencia y un programa de reactivación del mercado interno que genere empleo sustentable.

Desde las áreas oficiales de competencia directa en el tema preparan algunas medidas, como el lanzamiento de un bono de 3.000 pesos para los beneficiarios de planes sociales y asignaciones, el que se pagaría por única vez como si se tratase de una especie de medio aguinaldo. 
También se estudia el aumento del Salario Mínimo Vital y Móvil y de la Asignación Universal por Hijo, destinándose para este último fin algo así como 13.500 millones de pesos, y la implementación de un plan alimentario de emergencia.

Se trata de medidas paliativas e insuficientes, aunque por cierto más eficaces que los consejos de Carrió a la clase media vertidos desde su púlpito de los estudios televisivos. 
Las estrategias de contención ante la crisis son necesarias, pero deben estar acompañadas de políticas de largo aliento, orientadas a volver a poner en marcha la economía del país y a producir una redistribución del ingreso a favor de los sectores sociales más postergados. Precisamente los que hacen changas o reciben propinas.

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