jueves 28 de marzo de 2024
CARA Y CRUZ

Dogmáticos e intolerantes

Por Redacción El Ancasti

El debate acerca de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) ha puesto a prueba, como hace tiempo no ocurría, la capacidad de los argentinos para su convivencia democrática. Dicho en otros términos, el nivel de tolerancia para disentir en torno a un tema que suscita posturas encontradas, y que incluso trascienden las fronteras de la ciencia y del sentido común. Para que el disenso sea útil como herramienta de crecimiento de una sociedad, es fundamental que las posiciones contrarias puedan expresarme públicamente en paz y libertad, sin agresiones ni descalificaciones mutuas. Sin embargo, hasta aquí los resultados han sido verdaderamente decepcionantes. Los enfrentamientos de la última década entre kirchneristas y antikirchneristas, enmarcados en lo que se denominó la “grieta”, han virado en el caso del aborto a una pelea que suma componentes religiosos o dogmáticos y que hasta ha producido una división inusitada en la comunidad de los profesionales de la salud. Aquella grieta política –que hoy sobrevive en un estado quizás menos virulento- se ha profundizado en el tejido social en una escala mayor, ya que incorporó nuevos actores. De hecho, el sí o el no al aborto legal es causa de discordia hasta en adolescentes que aún no terminaron la escuela primaria. Ni hablar de la secundaria, donde abundan los pañuelos verdes y celestes y todo tipo de emblema que identifica a unos y otros en la mesa de esta discusión nacional. 

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En Catamarca, la división no solo es clara, sino que adquirió ribetes escandalosos. Cuando se anunció el tratamiento de la IVE en la Cámara de Diputados de la Nación, el Obispado local advirtió a los legisladores que serían seguidos muy de cerca a la hora de votar. Es más, el senador Oscar Castillo se granjeó no pocos cuestionamientos de los sectores religiosos de la provincia luego de anticipar que votaría a favor de la ley. "Les solicitaremos a los próximos candidatos que se expresen sobre la temática. Basta de ocultarse y agacharse, vamos a exigir que nos digan qué posición tienen en relación con el aborto y los que son aborteros, sepan que no los vamos a votar", lanzó el apoderado legal del Colegio Padre Ramón de la Quintana, Rubén Martí, en un acto de la agrupación pro-vida “Somos más” desde las escalinatas de la Catedral Basílica. Castillo viene pagando caro desde hace un par de meses el costo de haber adelantado su postura. Y en los últimos días fue objeto de una intensa campaña de ataques desde las redes sociales. Fue por eso que salieron en su defensa los llamados “Radicales Ola Verde”, quienes repudiaron los ataques contra el legislador. 

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Pero las muestras de intransigencia van más allá de Castillo. De hecho, el jueves por la tarde un sector de mujeres que están a favor de la legalización del aborto y que organizó una jornada de debate con la consigna #HastaQueSeaLey, en el auditorio del Hotel Ancasti, debió soportar, durante las casi dos horas que tuvo la actividad, el ruido de cacerolas y de un hombre que gritaba con un megáfono en la vereda en contra de la aprobación de la ley, y puntualmente contra la iniciativa de las mujeres. Más aún, en la puerta del hotel se instaló una mujer que personificaba a La Muerte (o La Parca, según la mitología romana) y que desplegaba un cartel con la leyenda: “Bienvenidas, compañeras de la muerte”. Tal grado de intolerancia no es recíproco; por el contrario, quizás por influjo del fuerte dogmatismo religioso que caracteriza a la Iglesia catamarqueña, estas demostraciones de fanatismo parecen ser la señal distintiva de quienes se oponen a la aprobación de la IVE. El debate y el disenso son enriquecedores cuando se dan en un contexto de libertad y de apertura. Por lo visto en la provincia, los antagonismos son irreconciliables y la sociedad no está preparada para convivir en paz. La Iglesia tiene bastante responsabilidad al respecto. 
 

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