jueves 28 de marzo de 2024

Fuegos de artificio

Por Redacción El Ancasti

No debe haber proyecto en la política catamarqueña con más consenso que el de la reforma de la constitución provincial. Si no todos, casi todos los sectores con incidencia en la vida política provincial se han pronunciado a favor de desterrar de la carta magna las rémoras que impiden el progreso institucional. Más aún, que imposibilitan adaptar sus preceptos a los de la constitución nacional, renovados hace ya casi un cuarto de siglo en la convención de Santa Fe y Paraná.


Sin embargo, el proyecto, por esos desatinos de la política y los políticos, parece condenado a un debate estéril y, posteriormente, al olvido circunstancial. Hasta que nuevamente sea desempolvado, como sucede de tanto en tanto.


Es justo reconocerle a la gobernadora Lucía Corpacci el mérito de ser la dirigente que más impulso le dio a la iniciativa. Fracasado su trámite legislativo en 2016, anunció el 1 de mayo de este año, en el discurso inaugural del periodo ordinario de sesiones, que convocaría a un plebiscito para que sea la ciudadanía la que se exprese a favor o en contra. 


Previsiblemente, de llevarse a cabo tal consulta, los eventuales votantes se pronunciarán a favor. El dato puede inferirse por varias razones: porque es lógico que el consenso de los partidos se transfiera al resto de la población. Porque así sucedió en el antecedente de 2001, cuando el plebiscito fue promovido por el entonces gobernador Oscas Castillo. Y porque en general, si bien es probable que el catamarqueño sienta que una reforma constitucional no le cambiará la vida, las transformaciones propuestas son positivas, pues tienden a actualizar y democratizar las instituciones de la provincia. 
La duda, expresada en el párrafo anterior, respecto de la efectiva concreción de la convocatoria anunciada hace casi dos meses y medio en el Cine Teatro Catamarca, se fundamenta en el silencio posterior. Salvo un tímido debate, más promovido en los días siguientes por la prensa que por la dirigencia política, no hubo desde entonces señales desde casa de Gobierno referidas a la eventual fecha de realización del plebiscito, ni a la modalidad, ni mucho menos se conocieron los alcances del nuevo proyecto. 


Las perspectivas son inciertas. El año pasado representantes de los distintos bloques de la Legislatura coincidieron al señalar que era imprudente discutir una iniciativa tan importante –debate que empezará en las cámaras pero que proseguirá en una convención constituyente- en un año electoral. Al paso que vamos, como los plazos no dan para que el tema sea abordado este año, la misma excusa funcionará el año que viene. 


Entre el sorpresivo silencio oficial luego del estruendo del anuncio de mayo, y la ya demostrada ausencia de voluntad política de la oposición para aprobarla, la suerte de la reforma parece otra vez echada. 


Las aderezadas declaraciones con fervor reformista de la dirigencia local, pronunciadas cada tanto, espasmódicamente, son por ahora meros fuegos de artificio. 

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