miércoles 11 de septiembre de 2024
Editorial

Un mundo inmenso y enriquecedor

Por Redacción El Ancasti

Los avances tecnológicos registrados en las últimas décadas han abierto una vasto y fértil campo para la masificación de la información disponible. Hoy la inmensa mayoría de las personas que habitan el mundo pueden acceder a una formidable caudal de datos, pero también a visualizar o leer las grandes obras del arte y la literatura mundial de todos los tiempos.

La inmensa puerta abierta desde fines del siglo pasado es un factor que democratiza el conocimiento del que dispone la humanidad, pero al mismo tiempo ha tenidos efectos indeseados, como por ejemplo el deterioro del hábito de la lectura en las jóvenes generaciones.

Es que las nuevas tecnologías también traen aparejados entretenimientos sofisticados y nuevos modos de interacción remotos que ocupan una parte importante del tiempo libre que antes se utilizaba, entre otras cosas, para leer revistas, libros o publicaciones de distinto tipo.

No parece exagerado señalar que uno de los grandes desafíos que tiene la educación del siglo XXI es restablecer el gusto por la lectura. No es un objetivo caprichoso. Se sabe que la lectura tiene muchos y variados beneficios para quienes le dedican tiempo.  Es un verdadero e insustituible ejercicio para el cerebro.

Estudios científicos consignan que para leer se necesitan aplicar varios procesos mentales, como por ejemplo el razonamiento, la memoria y la percepción. Además, al decodificar las letras, las palabras, las frases y las oraciones que conforman un todo, se activan zonas de la corteza del cerebro, que reconocen el significado de las palabras. Otras zonas se encienden al evocar sonidos, mientras que los recuerdos activan el hipocampo y el lóbulo temporal medial. 

Por lo dicho debe destacarse el programa Leer para Aprender que implementa el Ministerio de Educación de la Nación. Mediante esta iniciativa, más de 4 millones de libros son distribuidos en escuelas primarias y secundarias de todo el país. Casi 50 mil le corresponden a Catamarca.
Son manuales y libros de textos de Lengua, Matemática, Ciencias Sociales y Ciencias Naturales, entre otros. Si bien se trata de materiales que se ajustan a los programas de las distintas materias, permiten una aproximación de los estudiantes a la lectura. La ausencia de libros en las bibliotecas de los establecimientos escolares, y las dificultades económicas de muchas familias para adquirir los libros, suela obligar a los docentes a dictar los contenidos sin la bibliografía. El aprendizaje, de ese modo, se empobrece.

Y así como la escuela tiene una responsabilidad central en este objetivo, también las familias deberían inculcar el hábito, incentivando a los más chicos a la lectura y facilitándole el acercamiento a libros u otro tipo de publicaciones de elaboración más compleja que los que los niños y adolescentes consumen habitualmente.

Una alternativa es que accedan a esos tipos de contenidos a través de los dispositivos electrónicos que manejan habitualmente (notebooks, netbooks, tablets, celulares), con los cuales se sienten familiarizados y pueden servir también de canales para acceder a un mundo inmenso y enriquecedor.

Seguí leyendo

Te Puede Interesar