jueves 28 de marzo de 2024
|| CARA Y CRUZ ||

Santa Rosa, enésima temporada

Por Redacción El Ancasti

Bajo la férrea conducción de Elpidio Guaraz, el municipio de Santa Rosa exhibe una capacidad al parecer inagotable para la peripecia azarosa. De ningún modo es adecuado hablar de crisis: la tensión, la desmesura, el grotesco, lo inverosímil, a fin de cuentas, son en esa geografía del este catamarqueño tan habituales que el público debería comenzar a inquietarse recién después de transcurrido algún tiempo sin incidentes, pues una serenidad demasiado prolongada sería indicio de que alguno de los protagonistas del perenne culebrón maquina maniobras de alcance escandaloso mayor a los ya logrados. Pasa que el intendente Guaraz ha hecho demasiados méritos a lo largo de una trayectoria política en la que pulsó todas las cuerdas posibles de los códigos civil y penal, con eficacia y talento tan singulares que alumbró el sueño napoleónico de extender sus dominios más allá de los mezquinos límites de su comuna, para apoderarse de la vecina Los Altos. El desempeño del intendente configura un horizonte de referencia demasiado exigente para los aspirantes a empardarlo, sobre todo porque el sujeto se mueve rápido en el terreno de las barbaridades y tiene una inventiva sin fondo para ampliar ventajas en cuanto siente amenazada su primacía.


El celo con que Guaraz custodia su rol protagónico en la fascinante saga queda expuesto en esta enésima temporada, cuyos avatares no decepcionan. En el capítulo anterior, el concejal Mario Páez, archienemigo del intendente, fue suspendido en sus funciones por la hermana de Guaraz, Esther, y el concejal Fabián Lezana. Páez había quedado involucrado en un incidente con la repartija del sueldo de un exempleado del senador santarroseño Julio Maza, otro adversario del lord mayor. La mera sospecha resultó intolerable para los estrictos parámetros de ética y decoro que Guaraz y sus acólitos postulan. Sin embargo, a pesar de estar suspendido, Páez se llegó hasta el Concejo de Santa Rosa para hacerse con las actas de su suspensión. En un momento quedó encerrado con llave en una de las dependencias junto a una secretaria. No están claras las circunstancias del encierro. Algunas versiones aseguran que fue la propia secretaria la que cerró la puerta con llave para quedarse a solas y sin testigos con Páez, maniobra que hizo suponer al edil en capilla que pretendían tenderle una trampa para denunciarlo luego por intento de abuso sexual o agresiones. Para evitarse tal trastorno, se escapó por una ventana, pero la secretaria lo denunció de todas formas por golpes y amenazas. Según Páez, que como es lógico niega las acusaciones en su contra, ese mismo día un tal Luis Gómez, al que identificó como puntero de Guaraz, le pateó la puerta de su casa y lo amenazó con un cuchillo al grito de “a vos te estoy buscando, hijo de puta, te voy a cagar matando”. La mujer de Páez se le tiró encima al presunto agresor y forcejeó con él, por fortuna sin consecuencias físicas. Resultado judicial provisorio: Páez denunció a Gómez, pero sumó a la denuncia de la secretaria con la que quedó encerrado otra por amenazas radicada por el concejal Lezana, que busca ganar espacio en la trama. Según Lezana, Páez le advirtió en la sesión en la que lo suspendieron: "Dedo cortado, si firmas ni las huellas dactilares te van a quedar".


Al advertir que este tramo de la historia se desarrollaba sin su participación, Guaraz se pronunció por facebook. No vaya a ser que alguien pueda pensar que su hermana Esther o este advenedizo de Lezana obran por iniciativa propia. Páez, aseguró Guaraz, “hace unos años hizo lo mismo con otra mujer. Vamos a ver qué es esto para la Justicia o si va a seguir esperando que pase el tiempo”. Vamos a ver, por supuesto. Pero si hay que atenerse a los procederes de la Justicia con el propio Guaraz, el intendente podría ir agenciándose un banco y un almohadón para estar cómodo mientras espera sentado. Mientras, es lícito preguntarse qué más tiene que pasar en Santa Rosa para que algún estamento competente intervenga. Porque, hasta ahora, nada parece haber sido lo suficientemente grave.
 

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