jueves 28 de marzo de 2024
Editorial

Medicina con excesos

La Organización Mundial de la Salud recomendó esta semana que los...

Por Redacción El Ancasti

La Organización Mundial de la Salud recomendó esta semana que los profesionales de la salud mediquen menos durante el proceso de parto. Y reiteró su preocupación por la exagerada e innecesaria cantidad operaciones de cesárea que se registran en el mundo.


La declaración va en la misma dirección de otra serie de recomendaciones, de esta entidad y de gran cantidad de expertos internacionales, respecto de una abusiva utilización de medicamentos e indicaciones innecesarias de estudios en el tratamiento de enfermedades o simples dolencias pasajeras.


El caso más preocupante tal vez sea el de los antibióticos, cuyo uso desmedido y sin control profesional ha generado bacterias súper resistentes que se han convertido en una amenaza para la salud global.


En los últimos años está creciendo en adeptos, pero también en la calidad de la argumentación, una corriente que impulsa una suerte de nuevo paradigma respecto de la prevención de enfermedades y el cuidado en general de la salud.


Esta corriente alerta sobre el exceso de medicalización y la abundancia de los denominados estudios complementarios. Respecto de esto último, señala como innecesario, por ejemplo, indicar una electrocardiograma o una ergometría a personas que no tienen síntomas como falta de aire, palpitaciones, dolor de pecho, o con alto riesgo por antecedentes familiares cardíacos. O pedirle control de colesterol todos los años a una persona joven, e incluso realizarles test de Papanicolau a mujeres menores de 21 y mayores de 65, salvo que sean estrictamente necesarios.


Muchos estudios para controles de rutina en busca de enfermedades sobre las que los pacientes no evidencian síntomas son caracterizados como innecesarios, pero además pueden también perjudicar la salud.


Karin Kopitowski, jefa del Servicio de Medicina Familiar en el Hospital Italiano de Buenos Aires, quien participa de esta concepción de la medicina, señala que “el resultado de un estudio repercute en el estado de una persona. La gente tiende a creer que más es mejor, pero uno, como profesional, debe estar seguro de prescribir exámenes cuyos beneficios superen los daños”.


En general, el exceso de medicación o los numerosos pedidos de estudios complementarios procuran tornar eficaces los tratamientos de los enfermos o mejorar la calidad del diagnóstico, pero también debe mencionarse la existencia, en algunos casos, de intereses económicos que se esconden detrás de estas buenas intenciones.


La medicina es, además de una herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas, un negocio fabuloso que mueve millones. De modo que a los riesgos médicos sobre los que alerta la nueva corriente, es preciso añadirle objeciones de tipo ético.


Los profesionales de la salud, más allá del paradigma médico al que adhieran, sean más o menos intervencionista o más o menos partidarios de recetar medicamentos o solicitar estudios complementarios, tienen la obligación moral de priorizar la salud y el bienestar general de sus pacientes por sobre los intereses de tipo comercial.
 

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