viernes 22 de marzo de 2024
Cara y Cruz

Porfiando en el oprobio

Un jerarca de Drogas Peligrosas bajo sospecha tras haber sido sorprendido...

Por Redacción El Ancasti

Un jerarca de Drogas Peligrosas bajo sospecha tras haber sido sorprendido en actitud dudosa durante un procedimiento es un acontecimiento que a esta altura puede considerarse normal cuando se habla de la Policía de Catamarca. 

Al margen del desenlace que tenga la investigación, el incidente se inscribe en una sucesión que viene exponiendo la existencia en la fuerza de elementos policiales violentos, ineptos o corruptos, para los cuales el alto mando de la fuerza no tiene más respuesta que la manifestación de sus preocupaciones.

El subcomisario investigado ahora quedó en la mira luego de que los efectivos apostados en el puesto caminero de El Portezuelo recibieran a través del Comando Radioeléctrico la orden de verificar qué hacían los ocupantes de dos vehículos que estaban en las inmediaciones. 

Uno de ellos resultó ser una camioneta de la División Drogas Peligrosas al mando del jerarca.  En el otro rodado, un automóvil, se trasladaba un sujeto a quien no identificaron porque el policía aseguró que estaba desarrollando una pesquisa y el tipo era un “datero”.


Como los superiores del subcomisario no tenían la menor idea de esta supuesta misión, se abrieron las indagaciones, que aún están en veremos.


El extraño caso de este “llanero solitario” que operaba a espaldas de sus superiores fue revelado por El Ancasti pocos días después de que tres policías protagonizaran una gresca en el playón de la Jefatura, a raíz de que un oficial inspector retó a un oficial ayudante, que se le insubordinó. Ambos se trenzaron a golpes. El hermano del oficial ayudante se metió a sopar en la trifulca. El oficial superior terminó hospitalizado y los irritables hermanos arrestados por unas horas.


La refriega bajo las luces del playón remitió a otras. 


Hace un año y medio, fue un match de boxeo femenino en el hall de ingreso a la Jefatura, precedido unos meses antes por la riña entre un jefe de guardia y un subalterno en la Comisaría Décima.


Se ve que cunden efectivos con el termostato alterado, patología cuyos alcances podrían ser muy severos. 


Hay que tener en cuenta que la Policía ha sido investida con facultades cuasi judiciales, por las cuales está habilitada a detener por merodeo. 


Estas propensiones a liarse a piñas podrían tomarse como un rasgo endógeno pintoresco, indicio de inmadurez, si no fuera por sus peligrosas proyecciones hacia afuera de la fuerza.


Desde 2012, hubo cuatro muertos en circunstancias dudosas en comisarías y cinco casos graves de apremios.


Una patota liderada por un comisario propinó una feroz golpiza a una travesti. El comisario había llegado a la conclusión de que la travesti le había robado el celular de alta gama en el transcurso de una francachela para la que la había contratado. La buscó junto con su pandilla, la encontraron en Sumalao y la sancionaron conforme a sus protocolos particulares. 


La paliza fue interrumpida por efectivos de la Comisaría Séptima, que llegaron al lugar alertados por los vecinos. Pero el comisario fiestero pretendió seguir con el castigo incluso en la comisaría.


El del comisario y la travesti es tal vez el pico del grotesco en un anecdotario que incluye episodios de abuso de armas entre colegas y parejas, el colapso físico de cadetes sometidos a rutinas de entrenamiento irracionales y hasta la represión de una estudiantina que terminó con un adolescente herido por balas de goma o sal.


Si se suma la violencia a las corruptelas y las manifestaciones ostensibles de impericia, categorías que no se excluyen entre ellas, se entenderá que no sólo las incursiones de los malandras nutren en Catamarca la sensación de inseguridad.

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una lucha (invisibilizada), un fallo (inesperado?) y la desnudez de la logica sacrificial extractivista

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