jueves 28 de marzo de 2024
EDITORIAL

El mal menor

Por Redacción El Ancasti

Una paradoja pone en evidencia el brete en que se encuentra la política argentina, a solo un año de las elecciones presidenciales. Las fuerzas políticas que tienen los dirigentes con mayor intención de voto -Cambiemos con Mauricio Macri (y eventualmente María Eugenia Vidal) y el kirchnerismo con Cristina Fernández- poseen al mismo tiempo una valoración negativa mucho más alta que la positiva.

Algún desprevenido podría suponer que con estas cifras, que además corroboran todas las encuestas desde hace varios meses, el escenario político es propicio para el advenimiento de terceras opciones electorales, ajenas al macrismo o al kirchnerismo. Sin embargo, los mismos sondeos de opinión revelan que los candidatos que representan la “¿ancha? avenida del medio” u otros sectores, por ejemplo de la izquierda clásica, recogen escasas adhesiones, aunque tengan mejor imagen.

Una encuesta reciente realizada por la consultora Synopsys señala que la evaluación negativa del gobierno de Mauricio Macri es del 54,2 por ciento, contra apenas un 26,2 por ciento de valoración positiva. La percepción negativa de la situación actual del país es aún peor: alcanza al 73,1 por ciento.
La expresidenta, por su parte, según un estudio del mes de agosto de la consultora D’Alessio IROL, tiene un 64 por ciento de imagen negativa, y apenas un 30 de imagen positiva.

Pese a estos números que son concluyentes respecto de la mala valoración que de ambos dirigentes tiene la ciudadanía, tanto el oficialismo como el kirchnerismo registran altas intenciones de voto: un 32,9% manifestó intenciones de votar por Cambiemos. Una cifra idéntica se manifestó a favor de votar a Cristina Fernández o a otro candidato kirchnerista.

Para las otras opciones, los porcentajes de intención de voto son mucho más bajas: el Peronismo Federal, por ejemplo, tiene el 10,6%. Y la izquierda alrededor de la mitad de ese porcentaje.

Un somero análisis de estos números advierten sobre la complejidad del escenario político actual y de cara al año próximo, en el que debe elegirse presidente de la Nación. Los que tienen votos poseen mala imagen, y los que tienen una imagen un poco mejor, o al menos no tan mala, no son considerados como alternativas electorales viables por la gran mayoría de los argentinos.

La incidencia de la tan mentada "grieta" aparece como determinante en este dibujo preelectoral. De no modificarse este esquema, que por otro lado se viene consolidando en los últimos meses con algunas oscilaciones que dependen del contexto político y sobre todo económico, la motivación predominante a la hora de emitir el voto será la de elegir, no tanto la positiva -votar por el candidato que más me gusta- sino la negativa, que es lo mismo que decir que una porción mayoritaria del electorado va a votar por “el mal menor”.

Que a 35 años de la recuperación de la democracia luego de la dictadura militar los argentinos voten por el "mal menor" es un síntoma preocupante de la degradación de la actividad política, resultado de una combinación de corrupción e ineficiencia que la gente advierte como males en el ejercicio de la gestión pública.

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