jueves 28 de marzo de 2024
|| CARA Y CRUZ ||

Contrastes energéticos

Por Redacción El Ancasti

Inmersos en el rigor de los calores veraniegos, los catamarqueños han de sentirse aliviados por no tener que atravesar calvarios como el que les tocó a los porteños. Alrededor de 350 mil usuarios de las empresas EDENOR y EDESUR se quedaron durante varias horas sin servicio de energía eléctrica el jueves, bajo temperaturas agobiantes. Según las empresas, el problema obedeció en un 90% a la necesidad de aplicar cortes rotativos y preventivos para sortear un accidente en una línea de alta tensión. La excusa fue insuficiente para calmar a los numerosos enardecidos, cuya furia se incrementó no sólo por la infernal canícula, sino también por el hecho de que vienen de pagar un aumento de tarifas del 19% en diciembre y deberán aguantar otro sablazo del 12% en febrero. Ayer al cierre de esta columna quedaban todavía unos 36 mil usuarios sin servicio. Según datos oficiales del ENRE porteño, en diciembre último se produjeron en CABA un 60% más de apagones que en el mismo mes de 2016. Las empresas explican que el salto obedeció a las condiciones “más severas” del clima, tanto por el calor como por las tormentas que afectan los tendidos eléctricos que hay, más que nada en la zona sur capitalina. De paso, aludieron también a la necesidad de producir más energía, pues la que generación actual no alcanza para satisfacer la demanda cuando se producen picos importantes, y recordaron que se importa energía de Uruguay y Brasil.


Muchas quejas podrán esgrimirse sobre la prestación de los servicios a nivel local, pero la extensión de los cortes porteños induce a la indulgencia en lo que a la energía se refiere. Con calores muy superiores a los de CABA -para un catamarqueño cuero de chelco, 40º en verano puede llegar a ser el éxtasis de la frescura misma- y recursos muy inferiores, la EC SAPEM se las compone para una prestación más que regular, y las eventuales interrupciones son muy cortas. Deben considerarse además las saharianas experiencias que se atravesaron hasta no hace más de cinco o seis años, cuando los apagones podían extenderse horas enteras y la imposibilidad de poner en marcha los aparatos de refrigeración y ventiladores llevaba a los usuarios a sensaciones propias de la cocina de Mandinga.

El servicio de agua, mientras, es mejor que hace unos años pero no llega todavía a empinarse para marcar diferencias claras. Se conjugan para esto el retraso tarifario con un crecimiento del ejido urbano habilitado sin tener en cuenta las reales posibilidades que tiene Aguas de Catamarca para proporcionar el servicio, de forma tal que las inversiones, siempre onerosas, van también retrasadas. Entre el financiamiento para obras comprometidas por la Nación en las tratativas por la reforma previsional está el destinado a concluir el acueducto Pirquitas-Capital, que vendría a resolver en parte los inconvenientes. En este marco, se informó sobre actos de vandalismo que afectaron obras de Aguas de Catamarca, que por tal motivo sufrirán demoras. El más perjudicial fue el robo del cableado de la bomba del pozo 61, que impulsará agua a Valle Chico y mejorará el flujo para la planta potabilizadora 2. Días antes, el pozo 58 había sido objeto también de ataques vandálicos. Se trata de pozos que incidirían, teóricamente, en una mejora de la prestación en la zona oeste de la ciudad, que es la que más crecimiento ha experimentado en los últimos años y la más crítica. Dado el costo de las inversiones que se necesitan, puede entenderse que el servicio no sea óptimo. Pero por eso mismo parece razonable que se tomen medidas de seguridad para preservar las obras de la acción de los delincuentes.

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