sábado 19 de julio de 2025
|| CARA Y CRUZ ||

Al cuete, como las PASO

Creado con la idea, al menos teórica, de fortalecer la democracia en las agrupaciones y partidos políticos,..

Por Redacción El Ancasti

Creado con la idea, al menos teórica, de fortalecer la democracia en las agrupaciones y partidos políticos, el sistema de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) fue desvirtuado por mañas típicas de la picaresca electoral tendientes a evitar lo que la ley marca: quien resulte derrotado en la primaria queda inhabilitado para participar de las generales. Sea porque no quieren afrontar el riesgo de una derrota o por otra especulación, muchos candidatos optaron por conformar otro espacio en lugar de dar pelea dentro de una facción determinada. Es el caso, por ejemplo, de Cristina Fernández de Kirchner, que conformó el Frente de Unidad Ciudadana para no competir con Florencio Randazzo en provincia de Buenos Aires, no tanto porque temiera a Randazzo, sino por considerarlo adversario de calibre insuficiente para cuestionarle el liderazgo. En Catamarca, eligió el camino de la escisión la alianza entre la Renovación Peronista y el sector acaudillado por el senador nacional Dalmacio Mera, aunque en este caso la deserción a última hora del gastronómico Luis Barrionuevo, que pactó con el Gobierno, los dejó sin margen para presentar lista. 


La cuestión es que las PASO carecen de sentido cuando no hay interna real, de manera que también carecen de sentido las erogaciones millonarias que demandan y el no menor desgaste político. El carácter superfluo de este comicio contra natura se hace evidente también en la apatía del electorado. Esto no implica objetar el mecanismo, que en algunas categorías y distritos resulta adecuado para dirimir espacios. Más bien parece atinado revisarlo para que se aplique solo cuando es necesario, es decir: cuando existe competencia real entre precandidatos, como es el caso del FCS/ Cambiemos en todas las categorías, o del Frente Justicialista para la Victoria catamarqueño, particularmente en la grilla de concejales.

Con la obligatoriedad de que todas las fuerzas concurran a las PASO independientemente de que exista o no litigio en torno a sus candidaturas, lo que se consigue en los hechos es reducir el margen de participación en lugar de ampliarlo, pues las alianzas que no cuentan con los recursos para presentarse en dos comicios sucesivos quedan afuera del circuito electoral. Lo razonable sería que el Estado financie internas solo donde estas ocurran. Además, habría que ver cuántas de las precandidaturas se plantearían si no fueran pegadas a una precandidatura superior, pues entre las artimañas que las PASO tal como están reglamentadas permite, está la de multiplicar las alternativas inferiores para traccionar una sola alternativa arriba, como si se abrieran varias ventanillas para fichar, en definitiva, en un solo candidato. Así las cosas, las PASO son menos un método para establecer legitimidades que una suerte de encuesta o censo que les permite a los precandidatos saber dónde están parados dos meses antes de los comicios definitivos. En resumidas cuentas, las primarias podrían ser abiertas y simultáneas, cosa de obstaculizar travesuras de políticas en territorios ajenos, pero no obligatorias si es que no hay competencia. Quizás ajustar la letra de la ley a lo que ocurre realmente contribuya a que recuperen el sentido democrático y participativo que tuvieron en su origen, en lugar de sembrar confusión y hastío en un electorado que, de amañamientos, está hasta el copete y ya empieza a sentenciar: al cuete, como primaria electoral.

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