El acto de lanzamiento de
"Vanguardia”, el nuevo sector interno de la Unión Cívica Radical que alumbró el
viernes bajo la conducción del diputado provincial Miguel Vázquez Sastre, había
sido convocado con suficiente anticipación a través de la prensa y las redes
sociales. Lo sabían tanto en el radicalismo como en el PRO, fuerza donde el
legislador comparte con varios dirigentes un desembozado apoyo a la
administración macrista. De hecho, así lo expresó al cerrar el entusiasta mitin
de presentación en sociedad: "Somos de los radicales que venimos a poner el
hombro al Gobierno nacional, no nos hagamos los distraídos”, dijo, y de paso
fustigó a los correligionarios que "no acompañaron de entrada”, pero que
después del triunfo de Cambiemos "fueron los primeros en tocar las puertas de
Casa Rosada para ocupar cargos”. Unos días antes, pero no tantos, a la misma
hora y en un predio de Fray Mamerto Esquiú, el Movimiento Renovador de la UCR
que lidera el ex gobernador y diputado nacional Eduardo Brizuela del Moral
decidió hacer otro acto para celebrar los 24 años de vida política del sector.
No fue mera casualidad. Los renovadores festejaron más bien pocos cumpleaños y
generalmente fueron de bajo perfil. Pero esta vez invitaron a todos los nuevos
y viejos afiliados, el propio Brizuela levantó el teléfono para convocar al
evento. Hasta contó con ayuda de "amigos” de la Celeste que ese mismo día
salieron a pagar becas en FME. Evidentemente, algo tenía inquieto al ex jefe de
Estado.
Y es que la aparición de
Vanguardia representa, en rigor, un desmembramiento del brizuelismo. Tanto Vázquez
Sastre como otros tantos dirigentes de su generación venían reclamando desde
hace tiempo una mayor apertura en el radicalismo y en particular en el sector
que conduce Brizuela del Moral. Un reclamo que chocaba indefectiblemente con
una estructura partidaria hermética y estigmatizada por el continuismo de los
viejos líderes y el favoritismo por la parentela y los círculos obsecuentes.
Antes que Vázquez Sastre ya habían hecho rancho aparte la diputada Juana
Fernández y el médico Roberto Gómez –ex candidato a senador capitalino-,
quienes conformaron el espacio Morada, unidos también por la misma motivación:
el anquilosamiento boinablanca. Así es la dinámica de la política. Cuando un
sector hegemónico no abre el juego y se encierra, los de abajo buscan su propio
espacio. Vanguardia y Morada son la expresión más clara de la reclusión
brizuelista. Y representan su más cruda paradoja: el Movimiento Renovador no se
renueva a sí mismo; por el contrario, ha devenido en un sector tan conservador
como nepótico.
Las diferencias quedaron aún
más claras en el plano del discurso. Vázquez Sastre no solo convocó a apoyar al
gobierno de Mauricio Macri, en honor, recordó, la palabra empeñada en la
Convención radical de Gualeguaychú, sino que también exhortó a conformar las
listas de candidatos con los "mejores hombres y mujeres que demanda la
sociedad”. Por su lado, Brizuela del Moral reiteró lo que viene diciendo desde
que dejó el mando provincial: criticó al gobierno de Lucía Corpacci por no
cuidar las obras públicas que heredó de él y que no les pague a los docentes
los sueldos que les pagaba en su gestión, "los mejores del NOA y uno de los más
altos de la grilla nacional”, se regocijó. Al acto de Vázquez Sastre
concurrieron dirigentes del PRO, de la línea Celeste y hasta de Movilización
–de hecho, habló allí su presidente Simón Hernández, sobrino de Brizuela del
Moral-. Al del ex gobernador fueron apenas los más cercanos. En el club
Juventud se respiró entusiasmo y energía; en FME, los concurrentes presenciaron
otra réplica de la misma puesta en escena de los últimos cinco años. Tal vez haya
que pensar que ha comenzado el ocaso de un liderazgo de un lado y una
renovación forzosa del otro. El tiempo dirá si esta tendencia adquiere otro
valor en el juego electoral.