jueves 28 de marzo de 2024
|| CARA Y CRUZ ||

Pichón de Moyano

Por Redacción El Ancasti

El secretario general del SOEM-Capital, Walter Arévalo, acaba de ser designado interventor del SOEM-Chumbicha por la Confederación de Obreros y Empleados Municipales Argentina (COEMA). El puesto representa un avance en su carrera de posicionamiento sindical, cuyo objetivo, cada vez menos disimulado, es llegar a ser una especie de Hugo Moyano catucho. Lleva ventaja porque los instrumentos que tiene a disposición son más eficaces que los de sus competidores, en una provincia donde la mayor masa de trabajadores carece de representación unificada: no existe un sindicato de empleados públicos y la facción que aspira a tal cetro, ATE, está fuera de la CGT y recluida en un puñado de ministerios y comunas. Arévalo se afianza en base al poder que tiene para incordiar la existencia de los vecinos de San Fernando del Valle de Catamarca con la interrupción de los servicios que presta la comuna y la anarquía en la circulación que precipita conjugando movilizaciones módicas con los paros del personal de la Dirección de Tránsito que comanda su esposa, Eugenia Varela. 


La ausencia de una organización sindical única de los empleados públicos convierte al de los municipales capitalinos en el sindicato con mayor cantidad de afiliados en ese universo, con excepción de los docentes. Complementa los resortes para afectar la vida diaria de la Capital y el peso relativo de su gremio entre la pléyade que se arroga la representación de los agentes públicos con una mímesis del estilo de Moyano y su troupe: prepotencia y chantajismo desembozados. Estas facultades son desplegadas con cualquier excusa, pese a que los municipales capitalinos son los mejor pagos de la Provincia –mejor pagos incluso que una gran parte de los empleados provinciales-, reciben sus emolumentos con regularidad impecable y obtienen cada tanto beneficios entre los que se cuenta el bono findeañero que les otorgaron solamente a ellos. Todo esto es legítimo e incuestionable, dado que la municipalidad capitalina está en condiciones de financiarlo, pero resulta llamativa la insatisfacción crónica del secretario general del SOEM, que ayer hizo una exhibición de su poder de fuego. Pronunció un encendido discurso frente a la Casa de Gobierno, ante un minúsculo grupo de acólitos que bastó para sumir al centro en el caos. 

Aunque la reforma previsional quedó en suspenso, Arévalo mantuvo de todos modos el paro municipal para reclamar por la puesta en vigencia del Fondo Compensador Municipal (FOCOM), artilugio aprobado por el Concejo Deliberante a través del cual se pretende que los jubilados municipales cobren el mismo monto que los trabajadores en actividad. El municipio lo vetó por considerar que es imposible de sustentar y tarde o temprano colapsará. De ponerse en vigencia, la Municipalidad de la Capital pasaría a ser un verdadero fenómeno mundial: en ningún lugar del mundo existe algo semejante. Pero los detalles vinculados con la viabilidad no le interesan a Arévalo. Paro mediante, consiguió que el municipio recule con el veto y se allane a tratativas en las que está contemplada la posibilidad de que el sindicalista coloque un tropa propia para “controlar ese dinero”. Ya no se trata de las concesiones que se le hacen a Arévalo, sino de cómo las consigue éste: aprieta y se le da. El caso del FOCOM es ejemplar en este sentido. Al pichón de Moyano le están creciendo las alas.

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