jueves 28 de marzo de 2024
EDITORIAL

Masacre previsible

¿Vale sorprenderse por la masacre que causó la muerte de 59 personas en un país,...

Por Redacción El Ancasti

¿Vale sorprenderse por la masacre que causó la muerte de 59 personas en un país, como Estados Unidos, donde en algunos estados comprar un arma es tan fácil como sacar un crédito?
Tal vez impacte, por cuestiones de humanidad y comparaciones estadísticas, la cantidad de muertos y heridos, o la manera en que el asesino preparó y consumó la matanza, que tuvo más víctimas que otras famosas en la historia reciente del violento país del norte, como las de la escuela secundaria de Columbine (1999), la del colegio primario Sandy Hook en Newtown, Connecticut en (2009) y en el cine Aurora en Colorado (2012). 

Cada año mueren en promedio unas 33 mil personas por disparos de arma de fuego en los Estados Unidos. Entre enero y agosto de este año se registraron más de 46.000 hechos de armas, con 11.699 muertos y 23.741 heridos, algunos de los cuales se encuentran en estado muy grave y probablemente pasen a engrosar la nómina de los fallecidos.

Un dato que revela con más crudeza el error es que durante 2017 ya se contabilizan 546 niños de hasta once años asesinados de un disparo.

La cultura de las armas en ese país está muy acendrada entre sus habitantes. Algunos estados, por ejemplo, permiten no solo la compra y la tenencia, sino además la exhibición de las armas en la vía pública.

El presidente Donald Trump es una fiel expresión de la pasión armamentista estadounidense. Durante la campaña electoral confesó su apoyo a los postulados de la anacrónica Asociación Nacional del Rifle (NRA), una suerte de club que permanentemente presiona a las autoridades con el propósito de que se mantenga vigente la segunda Enmienda Constitucional, aprobada en 1791 y como es fácil de imaginar en un contexto muy diferente del actual, para que los ciudadanos tengan el derecho de armarse en defensa de la patria.

La cultura armamentista en aquella nación está tan arraigada que una buena parte de la dirigencia política propuso, como respuesta a los ataques armados a las escuelas, no que se prohibiera la tenencia o portación de armas, sino autorizar a que los docentes concurran armados a los centros educativos para defenderse o repeler el ataque. 

Otra perlita de esta manía casi generalizada: desde hace años, iglesias estadounidenses imparten clases de tiro, y en Kentucky un pastor protestante convoca a sus feligreses con la promesa de una cena y el sorteo de 25 armas de fuego. 

Así como las armas están asociadas a miles de muertos por año, también lo están a siderales ganancias de empresas dedicadas a la industria armamentista, que obtiene sus réditos tanto de la venta interna como, especialmente, de la carrera armamentista mundial. 

Como puede observarse, las razones económicas tienen tanto o más peso que las culturales, lo que en un país que se maneja con la lógica de los negocios, aún loa más perversos, torna improbable una morigeración siquiera de la violencia armamentista.

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