Que en la Argentina hay un exceso de empleados públicos no caben dudas. Y que ese problema es más acentuado en Catamarca, menos aún.
Economistas liberales ortodoxos, para los cuales el Estado debe tener una presencia muy limitada en la vida pública, opinan que el año pasado había un 34% de exceso en la dotación de empleados públicos, que trepa a casi el doble en el caso de nuestra provincia.
Entre 2003 y 2015, Catamarca fue la tercera jurisdicción en la que más creció el empleo público respecto del privado: un 88%, solo por detrás de Tierra del Fuego (108%) y Chaco (92%).
Para esta mirada, en ese período la planta de trabajadores estatales creció de manera exponencial, generándose esta superpoblación.
De todos modos convendría matizar las conclusiones de este análisis señalando que en el 2003, cuando recién se iniciaba el proceso de salida de la crisis del 2001-2002, el Estado era incapaz de dar respuestas a las demandas sociales en las más diversas áreas. Desde entonces se fueron generando en el sector público programas de salud, educación, desarrollo social, entre otras áreas, que promovieron necesarias políticas de inclusión.
Es decir, desde esta perspectiva, suponer que en la actualidad el sector público debería tener un tamaño parecido al que tenía en 2003, cuando estaba desmantelado, es más que un error de cálculo.
Por otro lado, algunas estadísticas globales relativizan la magnitud del exceso. Ya se ha indicado en este mismo espacio que en Argentina el empleo público representa al 18% de los trabajadores. En los países del norte de Europa, que tienen los índices de calidad de vida más alto del mundo, los porcentajes de trabajadores estatales sobre el total de trabajadores es mucho más alto: en Dinamarca y Noruega llega al 35%, en Finlandia al 28%, en Francia al 22%, en el Reino Unido al 19% y en Estados Unidos al 16%, un poco menos que en nuestro país.
El problema en nuestro país es, en todo caso, la eficiencia del Estado en función de la cantidad de agentes públicos.
El economista Félix Piacentini advirtió días pasados en una disertación que deberían crearse 300.000 nuevas empresas formales para absorber a los trabajadores estatales que "sobran”. Es decir, casi un 50% más de las 650.000 que existen en este momento.
Probablemente sea una exageración derivada de su visión extremadamente liberal, que le adjudica al Estado funciones mucho más acotadas que las que ha tenido tradicionalmente en la Argentina, pero de todos modos grafica la necesidad de poner en marcha la economía con políticas activas que le otorguen al sector privado un rol central en el incremento de la producción y consecuentemente en el desarrollo general del país.
Este requerimiento de expansión del sector privado es mucho más acuciante en nuestra provincia, donde el empleo privado no abunda y se encuentra amenazado en los sectores productivos y de servicios por la caída de la actividad económica y la apertura de las importaciones.
Paradójicamente, y en vista de que la inversión extranjera no parece ser en el corto plazo un factor importante de crecimiento de la economía, para hacer crecer la actividad privada se requiere de un Estado presente, que potencie el crédito de las pymes y genere la infraestructura pública necesaria para garantizar esa expansión.