Desde una perspectiva estratégica, uno de los grandes problemas que presenta la Argentina es el de la energía. Pese a tener un territorio con recursos suficientes para satisfacer la demanda propia y exportar lo que sobra, actualmente la producción nacional es insuficiente, dificultad que se ha convertido en una restricción severa para encarar cualquier proyecto de desarrollo sustentable.
Se trata de un inconveniente de vieja data que han padecido todos los gobiernos del período democrático iniciado en 1983. Durante la crisis del 2001-2002 había pasado a un segundo plano por la vertiginosa caída de la actividad económica y consecuentemente de la demanda, pero en cuanto comenzó la recuperación y el crecimiento a partir de 2003, el problema afloró nuevamente.
En este contexto, se ha vuelto imprescindible la necesidad de motorizar nuevos proyectos de generación de energía a partir de los recursos naturales con los que el país cuenta. Catamarca, según todo parece indicar, está llamada a tener un papel protagónico en esta etapa si es que finalmente, como lo han anunciado las autoridades nacionales, se construye el complejo hidroeléctrico de Potrero del Clavillo.
Pero nuestra provincia tiene un potencial adicional para contribuir a la generación nacional, y es el que se relaciona con la producción de energía a partir de fuentes alternativas.
Precisamente el de los proyectos orientados a desarrollar parques eólicos y solares fue uno de los pocos rubros en los que las promesas de inversiones extranjeras realizadas en lo que va del año parece tener indicios concretos de realización, al punto que firmas especializadas de Europa, China, Estados Unidos y Canadá han iniciado ya un proceso de apertura de oficinas a través de las cuales canalizar desembolsos.
Otro dato es la excelente respuesta que ha tenido la licitación lanzada por el gobierno nacional para la construcción de parques destinados a la producción de energía eólica y solar.
El dato positivo para la Argentina, además de que cuenta con un gran potencial de desarrollo en este campo casi inexplotado, es que otros países de la región tienen evidentes limitaciones para encarar proyectos de envergadura.
También ayuda el marco normativo. En septiembre del año pasado se sancionó la ley 27.191 de promoción de las energías renovables, que incentiva las inversiones en el sector.
Ya se ha mencionado en este mismo espacio editorial las ventajas comparativas de las que goza Catamarca en lo referido a energías limpias, pues si algo sobra en nuestro territorio es viento y sol. De modo que en el contexto de datos macroeconómicos negativos, los avances que se advierten en el tema en cuestión permiten un optimismo moderado y expectante.
Es de esperar que las urgencias no oculten lo importante. Es decir, que el necesario abordaje de la crisis económica con el propósito de dar respuestas de corto plazo a diversos sectores, no sean incompatibles con los esfuerzos para generar proyectos de largo plazo, que son los que permiten consolidar desarrollos estratégicos para problemas estructurales.