La crónica policial indica que una persona de sexo masculino de 22 años vivió el pasado jueves su día de furia. El protagonista del episodio violento la emprendió contra el personal de un centro de salud ubicado en el barrio Los Ejidos de esta capital, en un principio, y luego contra los efectivos policiales que lo redujeron y se lo llevaron arrestado a la Comisaría Primera, donde no tuvo más remedio que tranquilizarse.
Según relató el enfurecido joven, para intentar justificar su comportamiento agresivo, su enojo obedeció a que se cansó de esperar ser atendido.
El episodio ocurrió cerca de las 9.30 horas, y de acuerdo con lo señalado por el arrestado, estaba desde muy temprano aguardando que alguien se dignara a atender su problema de salud, que no especificó cuál era. Sin embargo, en el lapso en el que estuvo en la posta ubicada en Avenida Alem y Mota Botello, no tuvo la suerte de que lo revisaran siquiera.
Si la conducta del joven se repitiese entre el resto de los pacientes que procuran atención médica en las distintas sedes que ofrece la salud pública, postas y hospitales serían verdaderos campos de batalla.
Pero, por suerte para la integridad física de médicos y personal de enfermería y administrativo, la gran mayoría de los pacientes son –valga la redundancia- más pacientes.
De todas maneras, habrá que decir que la paciencia, la perseverancia y cierto grado de estoicismo, son virtudes de las que hay que gozar a la hora de decidir concurrir a estos espacios en los que para tener la suerte de ser atendido en horas de la mañana, hay que llegar en horas de la madrugada, cuando las sombras campean aún en el paisaje urbano.
Estas esperas interminables son muchas veces un verdadero calvario para personas enfermas. De modo que el malestar es entendible, aunque nada puede justificar que ese disgusto se traduzca en comportamientos violentos.
En algunos centros de salud pública, sobre todos los grandes hospitales, las demoras parecen resultar comprensibles por la gran demanda y una limitada disponibilidad de médicos, pero en las unidades asistenciales periféricas abundan las quejas por el incumplimiento de los profesionales en lo que respecta al horario que deben cumplir.
Esta inobservancia –grave si es reiterada- de las responsabilidades es admitida por las propias autoridades del Ministerio de Salud. De hecho, la Subsecretaría de Asistencia en Salud Pública suele realizar controles en las postas sanitarias y centros asistenciales, para corroborar que los médicos estén en su lugar de trabajo y cumplan con el horario.
Así como las largas esperas no pueden ser excusas para justificar la violencia, tampoco los bajos sueldos de los médicos en el sector público pueden funcionar como argumento para la falta de cumplimiento en los horarios de trabajo.Si persiste la idea de descentralizar la atención pública de la salud para descomprimir la congestión que se produce en los hospitales, lo primero que las autoridades deben hacer, antes que pensar en estrategias de reorganización del funcionamiento de los centros de atención, es garantizar que los médicos estén en los consultorios a la hora preestablecida.
Así como las esperas no pueden ser excusas para justificar la violencia, tampoco los bajos sueldos de los médicos pueden funcionar como argumento para el incumplimiento de los horarios.