viernes 20 de septiembre de 2024
EDITORIAL

Ocasión para corregir las distorsiones

Por Redacción El Ancasti

El fuerte aumento del valor de la energía a partir de febrero próximo, anunciado por el Gobierno nacional, representa, más allá del impacto directo sobre el bolsillo de las familias, una oportunidad inmejorable para corregir las enormes distorsiones que existen entre usuarios porteños y provincianos. Porque la energía ha sido durante años, al igual que otros servicios como el transporte urbano, una muestra cabal del centralismo que caracterizó a los últimos gobiernos nacionales.

Efectivamente, una familia tipo en Córdoba que consume 500 kw, que es una medida promedio, paga la luz a $ 373, mientras que otro hogar similar de la Ciudad de Buenos Aires eroga $ 55. En Catamarca, la misma familia paga a la EC Sapem una factura de $125. La desproporción cobra mayor relevancia si se considera que en Capital Federal el nivel de ingresos es muy superior al resto de las provincias.

¿A  qué se debe esta diferencia, que bien se podría denominar discriminación? Algunos especialistas coinciden en subrayar que, durante los últimos ocho años, el gobierno kirchnerista subsidió a la generación eléctrica para todo el país, pero no aplicó la misma política para la distribución de la cual solo se benefició la Ciudad de Buenos Aires, que depende del Ente Nacional Regulador.

Oscar Dores, director de Fundación para el Desarrollo Eléctrico (Fundalec), consideró que "es una profunda injusticia que el interior tenga que absorber las tarifas sustancialmente mayores que las de Buenos Aires”. En Lobos, según ilustró, se paga cinco veces más de luz que en Caballito. No es el único caso. Una familia de cinco personas que vive en Palermo pagó en su última factura $ 250. Familiares de ellos en Malagueño, Córdoba, por un consumo similar, desembolsaron $ 2.000 en diciembre. En Santa Fe, una pareja con tres hijos pagó $ 800.

En el mismo sentido, Alieto Guadagni, ex secretario de Energía de la Nación, asegura que los subsidios se concentraron en un segmento minoritario. "El Estado nacional, durante la época del kirchnerismo, concentró todo los subsidios en el área metropolitana y perjudicó a las provincias. Santa Fe y Córdoba pagan cinco veces más que un porteño, esa es la primera discriminación. Pero esos subsidios fueron financiados con inflación. Es decir que además de los altos costos tuvieron que afrontar la suba de precios”, señaló.

En 2006, los subsidios representaban el 1,4% del PBI y se fueron incrementando hasta llegar al 5% en 2015. El 70 por ciento de los subsidios fueron destinados a la energía, de los cuales el 43 por ciento fue absorbido por el área metropolitana de Buenos Aires. Con un agravante: beneficiaron más a los hogares de ingresos medios y altos que a los sectores de menores ingresos.

Un informe del CIPPEC destaca que "mientras que los hogares de los dos deciles de mayores ingresos reciben más del 30% de los subsidios, los hogares de los deciles de menores ingresos absorben apenas un poco más del 10%”.

En otras palabras, los alardes del kirchnerismo por las "políticas inclusivas” que, según decía, habían transformado a la Argentina, fueron en realidad, al menos en el plano de los subsidios a la energía, una profundización de las diferencias perjudiciales para el interior del país.Por ello, el Gobierno nacional tiene hoy la ocasión inmejorable de establecer un esquema tarifario de los servicios más justo y razonable para todos los argentinos. Es de esperar que avance en esa línea.

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