martes 15 de octubre de 2024
Cara y Cruz

El "método Ariza"

Por Redacción El Ancasti
Las últimas consideraciones del ministro José Ariza acerca de la calidad educativa son un fuerte indicio sobre los motivos del fracaso de su gestión al frente de la cartera de Educación. Sin más vueltas: Ariza desvaría o dispara bolazos deliberadamente suponiendo que todos los catamarqueños son zonzos. En lugar de admitir que los niveles alcanzados por los alumnos de la provincia son mayoritariamente malos, y trazar algún tipo de política tendiente a revertirlos, ha decidido aplicar sus propios criterios de evaluación. El "método Ariza" consiste en calibrar la calidad educativa en base a cualquier indicador ajeno al aprendizaje. "Generalmente -dijo en un acto realizado en la escuela 259 "Bernardino Rivadavia"- se asocia la calidad a los resultados del aprendizaje. Ése es uno de los componentes, pero no el único: el contexto también tiene que ver con los procesos de mejoras de la calidad educativa". A continuación detalló: "Si usted tiene la incorporación de personas que antes estaban por fuera del sistema es un indicador de calidad; si se le suma que han mejorado las condiciones ambientales -es decir en el edificio-, si mejora la calidad de los ingresos de los papás y la Asignación Universal por Hijo (AUH) es un hecho, y personas que no tenían ningún tipo de asistencia hoy la tienen y no solo pueden sino que es una obligación que envíen sus hijos a la escuela, estamos hablando de que el contexto ha cambiado y sin duda mejora las condiciones de calidad".




El "método Ariza" para medir la calidad educativa, entonces, se basa en ignorar los conocimientos adquiridos por los educandos en el sistema escolar y utilizar como indicador la Asignación Universal por Hijo. Es decir: en vez de pesar con el lógico sistema de los kilos -gramos o miligramos, en el caso de la educación provinciana-, se pesa por litro, o por metro. No parece apropiado, pero Ariza es un innovador. No importa que los alumnos que arrojan las escuelas catamarqueñas no tengan los conocimientos mínimos y elementales para sortear el ingreso al sistema universitario o la educación terciaria. Tal elemento no es válido en el "método Ariza", donde basta con que la familia del sujeto cobre la Asignación Universal por Hijo, aunque el vástago salga graduado más burro que Platero, para concluir que la educación es de excelencia. Otros indicadores consignados por ministro sería mejor no utilizarlos, pues se correría el riesgo de deslucir las estadísticas establecidas a través de la AUH. Inconveniente es subrayar el estado de los edificios escolares, que todos los años exhiben un deterioro notable que obliga a dilatar el inicio de las clases, por no hablar de los ventiladores de techo que penden cual espadas de Damocles sobre las testas incautas. Incidentes cercanos marcan un clima más bien incómodo en algunas escuelas. Una de Fiambalá fue tomada luego de que una docente denunciara que educadores y educandos celebraban en ella asados con bebidas alcohólicas, en los que los asistentes incurrían incluso en "manoseos" poco edificantes. En otra de Andalgalá, una ordenanza que cobra una beca se acuarteló reclamando que la contraten, como le prometieron. Dos perlitas que sirven de chimichurri en la reyerta perpetua con los sindicatos que obstaculiza el normal desenvolvimiento del ciclo lectivo. 



Como Ariza sigue de ministro, ha de concluirse que sus padrinos en el Gobierno comparten el método por él ideado para medir la calidad educativa, lo cual no puede dejar de inquietar. Para el Gobierno tendría una importancia menor que gran cantidad de estudiantes carezcan de competencia para comprender textos, o se les complique cualquier cálculo que demande operaciones más sofisticadas que contar con los dedos de las manos y, entre los más avezados, los pies. Por supuesto, la AUH tiene una incidencia social superlativa, pero nada en ella habilita a usarla como vara de la calidad educativa. En todo caso, puede hablarse desde el punto de vista cuantitativo, como cuando se empiezan a disparar cifras sobre supuestas inversiones. La calidad es otra cosa. Mermar hasta erradicar el analfabetismo funcional que campea en el sistema educativo, contribuiría a la inclusión social tanto o más que la AUH. Pero semejante meta no parece conjugarse con el "método Ariza".
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