lunes 14 de octubre de 2024
EDITORIAL

Ajustes por conveniencia

Por Redacción El Ancasti

Desde hace más de una semana se han generados variados debates acerca del presunto cambio de discurso de Mauricio Macri luego de la inesperada estrechez de la victoria del PRO en el balotaje de las elecciones porteñas.

Al parecer, la necesidad de captar votos de sectores que no forman parte del espacio de centroderecha al que pertenece llevó al precandidato presidencial a reivindicar políticas del Gobierno nacional que la mayoría del electorado, según sondeos realizados por consultoras, considera acertadas, contradiciendo posiciones políticas suyas anteriores. La sugerencia de tal cambio de discurso provino, según todo lo indica, de su asesor de imagen, el ecuatoriano Jaime Durán Barba.

Aunque no tan evidentes, candidatos de otras fuerzas suelen apelar a esta estrategia de acomodar el discurso a lo que una porción considerable del electorado quiere escuchar. Daniel Scioli también lo ha hecho desde que fue consagrado como el único postulante del oficialismo a la presidencia, acompañado en la fórmula por un hombre del riñón de la presidenta de la Nación.

Ante la necesidad de convencer de que continuará políticas que se vienen impulsando desde 2003, radicalizó su habitual discurso moderado, se reunió con el presidente cubano, Raúl Castro, y prometió crear el Ministerio de Derechos Humanos, entre otras acciones que son bien vistas por el tradicional votante kirchnerista.

De todos modos, sus asesores admiten que no deberá descuidar su tradicional discurso moderado y conciliador, porque así como necesita para ganar el voto del kirchnerismo duro, también lo necesita de sectores independientes que quieren escuchar otro tono menos confrontativo.

Y un tercer dirigente con posibilidades de hacer una buena elección, Sergio Massa, va adaptando del mismo modo su visión de la realidad a las expectativas ciudadanas, haciendo hincapié por ejemplo, en el combate a la inseguridad, consciente de que se trata de una problemática que preocupa sobremanera a los sectores medios a los que debe convencer.

El problema, como podrá advertirse, no es que se ajusten los discursos en función de las transformaciones de la realidad, lo cual resulta imprescindible, sino que se ajusten según las conveniencias estrictamente electorales. En este contexto, importa lo que se dice más que lo que efectivamente se piensa hacer en caso de acceder al cargo ejecutivo al que se aspira.

En algunas fuerzas políticas, incluso, han trascendido eventuales programas de gobierno que en nada coinciden con el rumbo del discurso de campaña adoptado.

De todos modos, la eficacia de estos vaivenes discursivos para convencer al electorado debe ponerse en tela de juicio. Tal vez incida en algunos sectores con escasa capacidad crítica, pero en aquellos que con el avance de las prácticas democráticas han logrado desarrollar la aptitud de percibir estas estrategias acomodaticias, el resultado es el contrario al esperado.

Lejos de tener actitudes culposas respecto de lo que proponen como modelo de país, los partidos y los dirigentes que lo representan deberían transmitir al electorado sus convicciones políticas sin ambages, distorsiones y medias tintas. Sería una efectiva contribución a la consolidación democrática.



Seguí leyendo

Te Puede Interesar