miércoles 22 de marzo de 2023

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Amenazas sobre ruedas

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Por Redacción El Ancasti
El miércoles pasado, cerca de las 7.30 de la mañana, una jardinera tirada por un caballo provocó un triple choque en la avenida de Circunvalación "Néstor Kirchner". El vehículo de tracción a sangre fue impactado desde atrás por un Fiat Palio, como consecuencia de la colisión se cruzó de carril y un Chevrolet Corsa se lo tragó de frente. No hubo muertos por pura suerte. Que una jardinera pueda transitar por la Circunvalación indica lo deficiente que es el control del tránsito; lo ocurrido, una muestra más de los riesgos a los que se expone cualquiera que circule por las calles y rutas catamarqueñas debido a tales deficiencias. Una jardinera por una vía de alta velocidad es una amenaza para la seguridad pública, y es inaudito que semejante situación se dé sin que la Dirección de Tránsito tome intervención en resguardo de terceros. Lamentablemente, no puede considerarse un hecho excepcional. La proliferación de motos y vehículos que andan en pésimo estado a la vista de todo el mundo sin que nadie con las competencias correspondientes llame la atención de sus conductores más bien marca que la permisividad o la lisa y llana indolencia es la norma.

 




No puede asombrar, entonces, la cantidad de muertes que se producen por accidentes viales y los altísimos costos que el sistema de salud pública debe erogar en la atención de lesionados a causa del fracaso de las políticas de tránsito. Basta darse una vuelta por las calles capitalinas para advertir las calamitosas condiciones que muestran numerosos autos, utilitarios y motos, que en algunos casos merecerían ser expuestos en algún museo o bien celebrados como fenómenos del ingenio humano para mantener en funcionamiento verdaderas ruinas, por no hablar de la total y absoluta prescindencia del respeto a las normas de tránsito. Esto, que como se ha dicho puede ser percibido por cualquiera, no alarma al personal de la Dirección de Tránsito, que asiste al espectáculo impasible o bien dedica su atención al diálogo con colegas y transeúntes o a los mensajes por el teléfono celular. Si semejante incuria es manifiesta ante lo evidente, ¿qué queda esperar con lo que respecta a los controles del estado de quienes conducen? Las cifras de muertos y lesionados en accidentes viales no son de ningún modo fruto de la fatalidad, sino de la inoperancia de quienes están a cargo, no de cobrar multas o aplicar sanciones, sino de garantizar elementales condiciones de seguridad a quienes transitan por la vía pública.






Poco contribuyen a revertir la indolente e irresponsable conducta de numerosos agentes de tránsito actitudes como las que asumió el municipio capitalino hace unos días en un conflicto entre inspectores y taxistas que salieron en defensa de un colega infractor. Los taxistas actuaron como una pandilla y amenazaron a los municipales que pretendían secuestrar el taxi del contraventor y labrar las actas de infracción correspondientes. El juez de Faltas, primero, y las autoridades municipales, después, laudaron en favor de quienes habían violado las normas de tránsito e incurrido en una inadmisible agresión para lograr impunidad. ¿Qué incentivo pueden tener quienes deben controlar el tránsito si sus superiores los desautorizan de este modo? Ninguno, y así anda el tránsito: con jardineras en la Circunvalación, vehículos destruidos y animales sueltos en las rutas que son latentes amenazas de muerte.
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