martes 22 de abril de 2025
EDITORIAL

Atomización y sellos

Por Redacción El Ancasti

El pasado 5 de noviembre se cumplieron 40 años de la muerte de Agustín Tosco, el dirigente gremial cordobés que se ha erigido en uno de los modelos a seguir dentro del sindicalismo combativo, honesto y comprometido con el destino de los trabajadores a los que representaba.

Su figura cobra mayor relevancia en épocas como las que vivimos, donde campea un modelo sindical que es casi la contracara del que Tosco pregonaba y practicaba: dirigentes habituados a transar con las patronales o los gobiernos de turno, con prácticas amañadas para perpetuarse en el cargo y más preocupado por su destino personal que por el de los trabajadores a los que supuestamente representa.

En el nivel nacional se registra, por un lado, la vigencia de sindicatos con fuerte peso económico y político, pero una dispersión en la representación gremial confederada. Así, coexisten dos CGT -la que conduce Hugo Moyano y la que encabeza Luis Barrionuevo- y dos CTA -la de Hugo Yasky y la de Pablo Micheli-.

Las escisiones no obedecen tanto a posiciones ideológicas o doctrinarias diferentes, lo cual las tornaría comprensibles, sino más bien a intereses de tipo sectorial que operan en la conformación del mapa sindical de la Argentina.

La situación del sindicalismo en Catamarca es paradigmática del modelo descrito. Pero a ello debe sumársele la ausencia de una central obrera que funcione como articulador de las demandas gremiales en general. Las autoridades de la CGT se eligen mediante el voto de los representantes de los distintos sindicatos afiliados a la central, y el mandato que surge de esa elección dura, según los estatutos, un período determinado.

La ausencia de estos mecanismos de nominación de las autoridades ha convertido a la CGT Regional Catamarca en un sello que usufructúa desde hace décadas un puñado de dirigentes, entre ellos el representante de la Unión Tranviarios Automotor, Pedro Armando Carrizo, que se presenta como el secretario general de la CGT.

La escasísima -prácticamente nula- presencia de la central obrera, debe verse como la causa principal por la que un grupo de dirigentes están avanzando en la conformación de una CGT disidente.

La movida es encabezada por el secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados Municipales de la Capital, Walter Arévalo, que tiene el empuje y el ánimo suficiente para acometer esta empresa luego de haber destronado a otro dirigente histórico, Justo Barros, de la cabeza de uno de los gremios más poderosos.

Si bien resulta auspicioso que el sindicalismo catamarqueño intente recuperar la central madre de todas las organizaciones gremiales, no lo es tanto que el camino sea otra vez la división, la atomización o, lo que es aún peor, la creación de un nuevo sello cuya legitimidad será menguada precisamente por la segmentación.

La meta de los trabajadores -en todo el país y también por supuesto en Catamarca- debería ser la recuperación de los sindicatos como organizaciones solidarias y como expresión de defensa de los intereses de sus afiliados. La parcelación, la división o la creación de sellos vacíos de representatividad operan como mecanismos contrarios a esos propósitos loables.

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