sábado 26 de abril de 2025
editorial

Lo que conviene decir

Por Redacción El Ancasti

Cuánto podrá influir el debate entre los dos candidatos a presidente en la preferencia popular y el sentido del voto, faltando tan solo una semana para el balotaje, es una incógnita que difícilmente pueda ser despejada.

De todos modos, debe celebrarse la posibilidad de que la ciudadanía pueda observar a los dos únicos dirigentes con chances de conducir los destinos del país en los próximos cuatro años exponiendo sus ideas acerca de temas centrales y, además, respondiendo interrogantes planteados en vivo por sus propios adversarios.

Otro tema de análisis es el grado de credibilidad que pueden tener, a esta altura del proceso electoral, los discursos de Daniel Scioli y Mauricio Macri. 

Ambos representan, en principio, dos modelos distintos de país sobre el que tendrá que elegir la gente, sobre todo por el perfil de sus asesores en temas económicos y sociales, y por el entramado ideológico de las fuerzas políticas que acompañan sus candidaturas. Pero estas ideas de fondo, que incluyen criterios de distribución de los recursos presupuestarios, políticas monetarias, prioridades de inversión y estrategias de inserción de la Argentina en el mundo, a veces permanecen invisibilizadas por las propuestas que los propios candidatos enfatizan en sus discursos o spot televisivos.

Esas propuestas, más que enunciar el sentido profundo de las políticas que piensan eventualmente implementar si el electorado los apoya, se asemejan a consignas basadas en lo que recaban los estudios de opinión pública respecto de las demandas ciudadanas sobre distintos temas.

Así, si la opinión pública demanda mayores niveles de seguridad, Scioli elabora un discurso en el que promete medidas al respecto que no había incluido en las campañas previas a las PASO y a las generales de octubre.

Del mismo modo, Macri, consciente de que la mayoría del electorado valora los derechos adquiridos en estos años y determinadas políticas implementadas por el oficialismo nacional, intenta transmitir un mensaje tranquilizador respecto de que mantendrá esas políticas y respetará esos derechos, aun cuando tiempo atrás se manifestaba en sentido contrario.

Es que las campañas electorales, sobre todo en los momentos cruciales como los que transitamos, no son conducidas tanto por la dirigencia política y los asesores en las distintas áreas de gobierno como por los asesores de imagen, consultores y publicistas. Son ellos quienes tienen un papel preponderante en la elaboración del discurso proselitista.

Durante la campaña, entonces, los candidatos enuncian lo que conviene decir, pese a que ese mensaje no coincida exactamente con la propuesta original de la fuerza política que representan.

El dilema que queda planteado, en consecuencia, es si las políticas que ejecutarán en la eventualidad de que accedan al gobierno se adecuarán más a aquellos postulados iniciales o al discurso elaborado cuidadosamente por los especialistas en marketing político para captar electores.Habrá en todo caso que esperar que el tiempo transcurra para que el misterio se devele. Pero la disyuntiva revela, en todo caso, defecciones de la política, pues queda  en evidencia que a veces, sobre todo en elecciones reñidas, importa más lo que conviene decir que los principios. 




Durante la campaña los candidatos enuncian lo que conviene decir, pese a que ese mensaje no coincida exactamente con la propuesta original.


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