Cada vez son más las voces que alertan sobre el
avance del narcotráfico en la Argentina, y particularmente en el norte del
país. No es que resulte necesario que se hable de lo que
pasa para que los ciudadanos comunes nos enteremos, al menos en este tema tan
delicado, de lo que, en rigor, se puede constatar diariamente. Pero el hecho de
que sean personas representativas de distintos sectores e instituciones quienes
asuman la iniciativa de poner sobre el tapete la gravedad del problema, constituye
un dato positivo, pues implica un aporte en la búsqueda de medidas que atenúen
el impacto social del flagelo.
Quien ahora se pronunció al respecto es el
arzobispo de Salta, el catamarqueño Mario Cargnello, quien en declaraciones
periodísticas puso de relieve el drama de la droga. "Estamos en el medio de la
tormenta y no sabemos cómo lo vamos a poder conducir. Tratamos al menos de
clavar el ancla para que no nos voltee la barca”, dijo.Hizo referencia, además, a la presencia territorial
del narcotráfico en el norte argentino. Cargnello, cuando se trasladó desde
Catamarca a Salta en la década del noventa, recaló primero como obispo de Orán,
casi en el límite fronterizo con Bolivia.
"Yo lo he visto al problema porque
estuve cinco años en el norte, duele en el alma. Cuando llegué no sabía cómo
actuar, me golpeó el problema”.Dijo, además, que el narcotráfico "siempre da
miedo, porque es una realidad muy impregnada de amor al dinero”, y agregó: "Cuando
hay mucho dinero la gente se enloquece, la avaricia es un pecado que te pone
mal.
El dios dinero es un dios que mata”.Hace poco más de un mes fue el propio
presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, el que reconoció que "el problema
de la droga avanzó en Argentina” y abogó por "una política de Estado” para solucionar el
asunto. A su juicio, constituye un "cóctel explosivo” la situación de los
marginados del sistema y el "fácil” acceso que tienen a las drogas ilegales.Lorenzetti también considera al norte de la
Argentina como un territorio elegido para el tráfico ilegal de estupefacientes.
Por ese motivo es que, a fines del año pasado, promovió reuniones entre
autoridades nacionales y jueces de provincias norteñas a los efectos de
coordinar acciones contra el narcotráfico. Y hace pocos meses, el propio juez federal
catamarqueño Ricardo Moreno tuvo un discurso similar: "Una de las franjas
más preocupantes que tiene la frontera norte es la que está entre Orán y
Bolivia", ya que "en la zona se encuentran residiendo alrededor de
2.000 colombianos, y muchos de ellos
recién se inician en el mundo del narcotráfico y buscan ganar
territorio", dijo en una entrevista periodística.
Las advertencias reiteradas, vale la pena
aclararlo, vienen acompañadas de propuestas orientadas a reforzar el combate para
contrarrestar actividad ilícita. Mayor y mejor coordinación entre la Justicia y las
fuerzas de seguridad, más infraestructura y equipamiento, reformas para
agilizar los procesos judiciales y, sobre todo, voluntad política para desbaratar
las conexiones entre la delincuencia y las fuerzas de seguridad, la Justicia,
el poder político y el poder económico, son desafíos que deben encararse con
premura, ahora que hay opinión unánime respecto del peligro que el narcotráfico
representa.
Cada vez son más las voces que alertan sobre el
avance del narcotráfico en la Argentina, y particularmente en el norte del
país.