lunes 27 de marzo de 2023

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CARA Y CRUZ

El costo del dispendio

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Por Redacción El Ancasti

Lo confirmaron tanto la EC SAPEM como el Ente Regulador: a partir del primer día de 2015, los catamarqueños deberán pagar más por la energía que consumen. Esto se debe a que el 31 de este mes vence el acuerdo de convergencia que suscribieron el Gobierno nacional y las provincias para congelar las tarifas eléctricas. Dicho en otros términos, se terminan los subsidios de Nación en las tarifas, porque, según argumenta, necesita esos fondos para financiar obras de infraestructura. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, lo puso de otro modo: a partir de enero próximo, los gobiernos provinciales recuperarán su potestad de determinar en forma autónoma el valor de las tarifas eléctricas. Es decir, si tienen voluntad y espaldas suficientes, podrán seguir subsidiando el consumo de sus usuarios o, de lo contrario, deberán trasladarles la tarifa plena, libre de auxilios oficiales. Que los usuarios de Catamarca paguen más o lo mismo por la energía es una cuestión que deberá resolver la administración Lucía Corpacci. No es simple. Para atenuar el impacto sobre las familias, el Gobierno debería diseñar una ingeniería financiera que le permita reasignar recursos de otras áreas, por cuanto, en principio, el presupuesto para el año próximo no contempla este gasto. Y de hecho los ingresos previstos están más que ajustados. 

***** Cómo se prioriza el gasto público en la provincia es responsabilidad exclusiva de quienes gobiernan. Por caso, si el Gobierno decide seguir financiando el despilfarro en las cámaras legislativas, en los concejos deliberantes y en municipios irresponsables, entonces no habría que sorprenderse por un casi seguro tarifazo eléctrico. La Cámara de Diputados, por ejemplo, está presionando al Poder Ejecutivo para que le afloje 40 millones de pesos más para el presupuesto de 2015. Según alegan en la alianza radical-barrionuevista, el 39% de incremento previsto para el próximo ejercicio es insuficiente. La nómina de personal presupuestada asciende a casi 1.600 empleados, entre permanentes, contratados y planta política, frente a los 900 empleados totales que declaró el Senado provincial. En verdad, en Diputados quedó demostrado en estos meses que no hay presupuesto que aguante para sostener semejante estructura de gasto político, que además de sueldos se alimenta de viáticos, becas y otros rubros que podrían ser perfectamente acotados en función de la situación de vacas flacas que se vive en la provincia. Pero de los diputados, está visto, es inútil esperar ejemplos de austeridad.  

***** Igual consideración merece el Concejo Deliberante capitalino, donde el aumento del clientelismo político traducido en nombramientos de punteros y viajes superfluos pagados con recursos del erario han devenido en la nota saliente de la actual gestión. Una gestión que, paradójicamente, desembarcó con la promesa de desterrar las prácticas de la vieja política. Tampoco fueron mejores municipios como Tinogasta, que destina –o destinaba hasta hace un mes- 200.000 pesos mensuales sólo para combustible y lo justificaba como imprescindible y razonable. Toda esa formidable cantidad de fondos públicos malgastados es la causa principal del ahogo financiero del Estado. Nada es gratis. El dinero que la política despilfarra es dinero que se quita de la mesa de los catamarqueños. En consecuencia, como no hay recursos suficientes para compensar la quita de subsidios a la energía, los usuarios no tendrán más remedio que pagar más caro el servicio a partir del año próximo. Es solo un ejemplo, pero alcanza para ilustrar por qué razón gobernar es establecer prioridades. Si en cada uno de esos ámbitos donde se administran recursos públicos imperara un criterio de solidaridad y racionalidad, no habría necesidad de ajustar por el lado de la gente. Por ello, el Gobierno no puede ser cómplice de la irresponsabilidad.  

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