jueves 28 de marzo de 2024

La megalomanía de Perea

Una vez más, el intendente de Andalgalá, José Perea, se puso en boca de todos por un proyecto para la polémica. Mandó al Concejo Deliberante un pedido de autorización para adquirir un predio, ubicado en el ingreso a la Perla del Oeste, de 4,5 hectáreas por la friolera de 800.000 pesos con destino a la nueva Estación Terminal de Ómnibus. El cuerpo, obediente, le dio el guiño a la operación en una sesión por demás expedita y gracias al voto afirmativo de cinco concejales contra dos que se opusieron. Tanto el intendente como los concejales que avalaron la compra obviaron, sugestivamente, una tasación oficial que había realizado un técnico constructor, a pedido de la mismísima asesora legal del municipio, Carola Bustos, según la cual dicho predio no podía costar mucho más de 500 mil pesos. Esa diferencia de 300 mil pesos entre la tasación oficial, que la comuna en forma sospechosa ignoró, y el precio por el que finalmente comprará el predio no es menor y abre algunos interrogantes clave. Según Perea, la valuación oficial omitió una construcción que existe en el lugar y es la que, según sugirió, hace la gran diferencia.



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Pero hay otros aspectos más preocupantes que la diferencia entre las tasaciones de la propiedad. El primero y principal es que los fondos para adquirirla, como también, habría que suponer, los que demandarán la construcción de la nueva Terminal de Ómnibus provienen de lo que Andalgalá recibe en concepto de regalías mineras. Es decir, de lo que la explotación de los recursos naturales y no renovables deja, a modo de reparación económica, para que este departamento avance con alternativas productivas que le permitan atenuar las consecuencias inevitables de aquella actividad. Pero en lugar de volcar esos recursos, que son millonarios y únicos, en un programa de reconversión productiva, el intendente Perea quiere construir la estación de ómnibus más grande del país, porque no está conforme con la que actualmente existe en Andalgalá, ni aún con un decente proyecto de remodelación.



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Efectivamente, si la nueva Terminal de Andalgalá se hará en un predio de 4,5 hectáreas, significa que será al menos dos veces más grande que la estación Retiro en Buenos Aires, tres veces más que la de Córdoba y casi 9 veces más que la de Catamarca, cuya extensión a lo sumo llega a media hectárea. Sí, sin dudas, el intendente Perea piensa a lo grande. Imaginará tal vez que dicha Terminal podría dar respuesta a las necesidades del movimiento económico que genera la minería en su departamento. Y que, quizás, hasta podría anexar un mini aeropuerto para aviones vip y helicópteros con sus correspondientes hangares, y centenares de dársenas para los respectivos colectivos de media y larga distancia que cruzarán la provincia para llegar a esta cosmopolita ciudad del interior. Por lo visto, el hecho de haberse convertido en el anfitrión predilecto de las multinacionales mineras al intendente Perea le ha cambiado la cosmovisión. De haber sido un empleado municipal raso y luego gremialista de espalda curtida por la lucha obrera, Perea ahora aspira a ser una suerte de alcalde de una ciudad del Primer Mundo.



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Pero la megalomanía tiene un límite insoslayable, y es la realidad en su más cruda expresión. Por caso, el municipio de Andalgalá, ese que no pasa un mes sin aportar algún vergonzoso conflicto a la opinión pública catamarqueña, ni siquiera paga la energía eléctrica que consume. Entre 1997 y 2005, la comuna de la Perla del Oeste acumuló una deuda de 613 mil pesos con EDECAT por consumos impagos del servicio, sólo superada por sus pares de Fiambalá, Recreo y Tinogasta. Su fortuna estuvo dada en la decisión del Estado provincial de absorber las deudas de los municipios -salvo tres de ellos, que estaban al día- y convertirla en un crédito a favor de la empresa distribuidora. Eso sucedió hace un año y medio. Con los saldos en blanco y una nueva coparticipación, los municipios se comprometieron a pagar el servicio de energía por su cuenta, ya sin la tutela de la Provincia. Pero en lo que va del año, la comuna andalgalense adeuda a la distribuidora unos 15 mil pesos por el servicio para el alumbrado público y sus oficinas. Eso sí, nadie le quitará al vanidoso intendente Perea el placer de gastar 800 mil pesos de la minería en media decena de hectáreas para emplazar, a futuro, una elefantiásica Terminal de Ómnibus. Y así, Perea seguirá siendo, consciente o inconscientemente, el más grande comprador de espejitos de colores a cambio del oro y del cobre de su tierra. Como hace 500 años.
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