20 de diciembre de 2006 - 00:00
En una sociedad donde el ejercicio del poder en las dos últimas décadas hizo estragos con las buenas formas y la lógica de la representación política, no es de extrañar que aún queden algunos resabios de soberbia que, quizás, sólo constituyan el velo detrás del cual se esconde la incompetencia. Son modos de eludir la responsabilidad pública insultando, al mismo tiempo, a la inteligencia colectiva. En este orden de ideas habría que entender la vergonzosa justificación que dio el subsecretario de Servicios Públicos de la Provincia, Miguel Yadón, ante la comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, para explicar el escaso avance de las obras de infraestructura energética, pese a contar con los recursos financieros necesarios. Según Yadón, en su área sólo se pudo ejecutar el 9 por ciento del presupuesto 2006, unos 2,5 millones sobre 28,7 millones de pesos previstos, porque debió dedicar tiempo y esfuerzo a responder las denuncias penales y cuestionamientos políticos -especialmente en lo que concierne a las estaciones transformadoras de Saujil y Recreo-, además de los requerimientos de información de los organismos de contralor del Estado.