A principios de año la industria petrolera había acordado con el Gobierno Nacional la revisión de precios en forma trimestral, teniendo en cuenta una serie de variables, entre ellas la relación peso-dólar, precios internos del petróleo crudo y costo de biocombustible. De esta manera y tras el acuerdo estaba previsto que en el mes de octubre se reuniera una vez más la mesa de diálogo para evaluar la posibilidad de un nuevo incremento en el valor de los combustibles.
Sin embargo, y ante la proximidad de las elecciones el próximo 22 de octubre, el Gobierno logró poner paños fríos en el compromiso y así se extenderá la posibilidad de un aumento que pudiera llegar a afectar el clima electoral.
Por un acuerdo firmado entre distintas empresas de la industria (productoras, refinadoras, las provincias), los precios de la nafta subieron un 8% en enero, descendieron un 0,1% en abril y repuntaron otro 7% en julio. La fórmula debe volver a calcularse hacia fines de septiembre, para aplicarse en octubre, según publicó Clarín.
En el Gobierno confían en que las petroleras detendrán el aumento de octubre y que esperarán a que pasen las elecciones. Según entienden los funcionarios, las empresas cuentan con el aval de los papeles (se depreció el peso frente al dólar, por ejemplo) para avanzar en un aumento. Pero desistirán para no generarle impopularidad al Gobierno a pocas semanas de los comicios generales.
El Poder Ejecutivo entiende que aplicó una política de "regularización" de las reglas de juego en la industria petrolera. Desde el año próximo, los precios serán libres y cada compañía podrá llevar a los surtidores lo que le parezca más atractivo. "Si las empresas quieren que siga esta política económica y este rumbo en la economía, pueden postergar un aumento por un mes", explicó una fuente oficial consultada.