viernes 29 de marzo de 2024
elecciones

Paraguay elige presidente

Más de 4 millones de paraguayos acuden a las urnas, entre las 7 y las 16, para votar a un nuevo presidente.

Por Redacción El Ancasti

Paraguay decide este domingo quién será el sucesor del conservador Horacio Cartes. Más de 4 millones de electores acudirán a las urnas para elegir un nuevo presidente, en un clima notable de falta de expectativas y desencanto por la política tradicional. Mario Abdo Benítez, del Partido Colorado, la agrupación que desde hace 70 años domina la política paraguaya, y Efraín Alegre, del Partido Liberal, la otra fuerza histórica que conforma el bipartidismo nacional, son los candidatos con chances de un triunfo, según los sondeos, aunque el triunfo colorado parece inevitable, mientras los liberales esperan que su alianza con Fernando Lugo alcance para repetir aquel excepcional triunfo de 2008.

En Paraguay se vota de 7 a 16. La justicia electoral estimó que, para las 20, el país ya se sabrá el nombre del nuevo presidente. Luis Alberto Mauro, asesor del Tribunal Superior de Justicia Electoral, dijo que 4 horas después de cerrados los comicios tendrán procesados el 90% de los votos, consignó el diario ABC Color, de Asunción.

“Paraguay, la isla rodeada de tierra”, de la que hablaba el escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, fue el título que eligió la periodista Estela Ruiz Díaz, de Última Hora, para la reseña periodística publicada este sábado en The New York Times.

Si bien son 10 los candidatos a presidente y vice que competirán hoy, solo Marito Abdo Benítez, de la Asociación Nacional Republicana (ANR), y Efraín Alegre, de Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), tienen verdaderas posibilidades de salir victoriosos.

“Como un resabio de la dictadura” de Alfredo Stroessner durante 35 años, el país “conserva un profundo bipartidismo que ofrece pocas opciones de cambio. Ambos partidos coinciden, con matices, en los grandes temas de Paraguay: desigualdad, derechos de las minorías y reformas institucionales”, expresó la periodista.

Recordó que los escándalos de corrupción, la falta de efectividad en el combate a la desigualdad y la exasperante impunidad de un Poder Judicial sometido al poder político en turno siguen latentes en el concepto que se tiene en el exterior sobre Paraguay. Según Transparencia Internacional, el país ocupa el segundo puesto de la región en cuanto a corrupción, después de Venezuela.

La renovada alianza entre los liberales y los partidos progresistas del Frente Guasú de Lugo llega tras el fracaso de aquella de 2008, que terminó con la destitución de Lugo con el voto de sus aliados. “El Partido Liberal no ganó nunca una elección, salvo cuando se alió con Lugo”, dice Boccia Paz, columnista político del diario Última Hora. Lo mismo destaca la historiadora Milda Rivarola: “Los liberales tienen el 30% del electorado, nunca pudieron superar eso. Si no hacen alianzas no pueden ganar”.

Paraguay acude a las urnas en un contexto donde la economía crece (4,5%, según las previsiones para este año), hay baja inflación (1,1% desde enero) y las exportaciones de soja, principal fuente de divisas del país, no paran de subir. Pero hay un problema: la pobreza y la desigualdad no bajan. “Hay 28% de pobres y la mitad son niños. Esas cifras deberían darnos vergüenza después de 15 años consecutivos de crecimiento. Este modelo tiene muy poco derrame, tiene que crecer demasiado para que apenas baje el empleo o se reduzca la desigualdad”, explica la economista e investigadora Verónica Serafini al diario español El País.

El modelo es el de la apuesta por las exportaciones de soja –Paraguay ya es el quinto productor mundial, según el Departamento de Agricultura de EE. UU.–, además de bajos impuestos para atraer inversores y apertura económica. Sus efectos se ven en las calles de Asunción, donde sobran los autos de lujo y los nuevos barrios ricos del oeste de la ciudad viven un boom inmobiliario sin precedentes, con torres y centros comerciales enormes.

En ese contexto, los candidatos han prometido que renovarán la Justicia, combatirán la corrupción y se ocuparán de los más pobres, pero no habrá cambios en lo económico. Tampoco hablaron de la desigualdad, pese a que es la segunda más alta de América Latina, después de Brasil, según la Cepal. “Tanto Abdo como Alegre están de acuerdo en que no van a tocar un modelo económico que es exitoso y estable. Pero tampoco van a tocar la carga tributaria, que es la más baja de la región. El problema es que somos estables en lo macro y estables en la pobreza, estamos enfermos de estabilidad”, ironiza Boccia Paz.

“Los gobiernos paraguayos no se legitiman desde la transparencia o las políticas sociales, sino desde su capacidad de cambiar favores por apoyo político. Las pocas ayudas sociales que hay no se distribuyen como un derecho, sino como una ayuda partidaria. Y en el manejo del clientelismo, los colorados son mejores que los liberales”, asegura Rivarola.

Así, gane quien gane, la mayoría del electorado no espera cambios radicales. “Yo no sé ni quiénes son los candidatos, solo espero que sean mejor de lo que tenemos. Y lo que sé es que el sueldo mínimo es de dos millones de guaraníes, y pagar la luz se lleva 700.000”, dijo Carmen, una vendedora de chipá en la esquina de una calle comercial que baja al puerto de la capital, al diario La Nación. 

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