jueves 28 de marzo de 2024
Fue derivado a Córdoba desde Los Altos

Familiares de paciente con Guillain Barré acusan a la OSEP

El traslado se realizó hace casi tres meses, pero la familia debe cubrir todos los gastos en Córdoba.

Por Redacción El Ancasti
A mediados del pasado mes de abril, Diario El Ancasti dio a conocer el caso de Carlos Flores, un hombre de 54 años, oriundo de Los Altos, departamento Santa Rosa, que desde principios de años padece del Síndrome de Guillain Barré, una patología poco frecuente. Si bien luego de reclamar su familia contó que se logró la derivación a la vecina provincia de Córdoba para un mejor tratamiento de rehabilitación, hoy la situación vuelve a ser complicada. Según contaron, la Obra Social de los Empleados Públicos (OSEP) no cubre el tratamiento como es debido y su familia, de su propio bolsillo, debe costear la cobertura de medicamentos, descartables y hasta de traslado. 

El 16 de enero de este año, Carlos fue diagnosticado con el Síndrome de Guillain Barré. Estuvo internado en la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital San Juan Bautista. Una de las vicisitudes que surgieron fue conseguir gamaglobulina, una sustancia fundamental para su tratamiento. En abril pasado, tanto el Ministerio de Salud como OSEP le entregaron los certificados por discapacidad.  

Isabel Flores, hija de Carlos, comentó que cuando se logró el traslado, su padre fue internado en el Hospital Italiano de Córdoba. El mismo neurólogo que lo recibió -explicó la joven- dijo que por el problema que él tenía, debí ir a una clínica de rehabilitación. En este nosocomio, Carlos estuvo internado seis días, hasta que sus familiares consiguieron una cama en la Clínica Castillo Morales, aseguró. Hoy Carlos está en una habitación compartida, pese a que sus familiares piden a la obra social que lo cambien a otra habitación. 

"Mi padre es una persona cuadripléjica, tiene una fisura en la parte izquierda de la cadera. OSEP no se hace cargo de los medicamentos y él tiene carné de discapacidad. Desde hace tres meses está internado y no nos dan ningún medicamento. Ahora nos salen con que en Catamarca los recibieron pero no es así. Jamás vinieron a ver en qué condiciones está, ni su estado. OSEP debe venir y verificar el estado en el que se encuentra mi padre, con una habitación compartida; está dividida por un biombo que tres veces se le cayó. La obra social no se hace cargo”, enfatizó Isabel.

Además, la joven aseguró que la familia está pagando todos los medicamentos y los descartables porque la Obra Social no cubre ni siquiera el traslado en ambulancia. "Cuando hay que sacarlo para hacerle estudios no le cubre la ambulancia. Debemos pagar nosotros mismos y nos cobran $500 para llevarlo tres cuadras”, indicó.
Según la muchacha, todos los días se presenta en la delegación de OSEP en Córdoba, pero no consigue respuesta. Para Isabel, la cuestión puntual es que después de casi tres meses de derivación no le entregan los medicamentos.  

"El viernes fui y una señorita me salió con que los remedios de mi padre ya los habían entregado y que tenemos que llevar otro papel. Nosotros nunca recibimos nada. La obra social no le da nada a mi padre. Nosotros compramos los medicamentos; gastamos de nuestro bolsillo. No nos dan nada. No hicimos el cálculo de todo lo que llevamos gastado, pero tenemos todos los recibos. La obra social no nos da nada y se lava las manos”, expresó. 

Habitación

Otro reclamo de la familia de Carlos hacia la OSEP es el pedido del traslado a una habitación única, sin compartir con otro paciente. Al respecto, Isabel explicó que se acercó a la delegación de la obra social para hablar por este tema. "Entiendo que hay gente que necesita atención, pero mi padre está cuadripléjico. Hay personas que están mejor y se manejan solas y están en habitaciones sin compartir. Mi padre está con una habitación compartida. Mi padre mueve un poco los hombros. No tiene la fuerza suficiente para levantar las manos y manejarse. Sigue en tratamiento. Una habitación compartida es tan pequeña. Allí tenemos que estar cuatro personas. La habitación es de 4 por 4, divida por un biombo, que ya se le cayó a mi padre tres veces. Exijo que la obra social se haga cargo y que haga valer los derechos de una persona con discapacidad, como es mi padre. La obra social debe venir y ver cómo está mi padre. Ellos se lavan las manos y no hacen nada”, comentó.
 
Otros casos de este síndrome en la zona
 
La localidad de Los Altos, en el Departamento Santa Rosa, desde hace los primeros días del año se encuentra convulsionada por una situación fuera de lo normal. La presencia del Síndrome de Guillain Barré interrumpió la tranquilidad pueblerina en este rincón del este catamarqueño. Se trata de una patología poco convencional; suele darse un caso cada 100 mil habitantes y en Los Altos ya hay, al menos, tres casos. En 2011, el caso de Bautista Oliva de la Capital era el quinto en 12 años, en Catamarca.

Además del caso de Carlos Flores, en abril, cuando su hijo Dante contó sobre esta situación, también aseguró que hay otros dos. Según el joven, la gente de Los Altos sospecha de algún químico o veneno como causante de este Síndrome. "Ésta es una zona de muchas fincas; se hace la fumigación aérea y quizá no se cumple con todos los modos de precaución que deberían tener. Puede ser el agua. Acá el agua es barro, no es apta para consumo humano. Son varios los factores y por eso se había comprometido el Gobierno a enviar una Junta evaluadora. Este compromiso fue hace un mes y medio. Estamos a la espera”, contó. 
 
¿De qué se trata?
 
El síndrome de Guillain-Barré es un trastorno autoinmunitario (el propio sistema inmunitario del cuerpo se ataca a sí mismo) y se desconoce qué lo desencadena exactamente. Este síndrome daña partes de los nervios y de este modo causa hormigueo, debilidad muscular y parálisis. Afecta sobre todo la cubierta del nervio (la vaina de mielina). Este daño se denomina desmielinización y lleva a que las señales nerviosas se movilicen de manera más lenta o en cortocircuito. El daño a otras partes del nervio puede hacer que dicho conductor deje de trabajar.
El síndrome puede presentarse a cualquier edad, pero es más común en personas de ambos sexos entre los 30 y 50 años.

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