Para hacer realidad esta iniciativa se convocó al Centro Educativo Agropecuario (CEA) de Nueva Coneta y al Programa Pro-Huerta del INTA para capacitar a los internos interesados en esta actividad y proporcionarles -de esta manera- una certificación por los conocimientos adquiridos. Alrededor de 15 internos se formaron como "operadores hortícolas” recibiendo una constancia otorgada por el CEA y avalada por el Pro-Huerta. Además, éstos iniciaron la segunda parte para recibir el diploma de "asistente hortícola” y se dio continuidad a la primera capacitación con la presencia de más de 20 personas.
Uno de los internos calificó al proyecto como una nueva oportunidad porque le da la posibilidad de trabajar en la huerta, y sobre todo poder tener contacto con el exterior "al aire libre y libres de restricciones”. "El año pasado tuvimos el curso, fue una experiencia linda porque se valora mucho estar fuera y por lo que uno aprende como por ejemplo sobrevivir a través de la huerta con sólo un pedacito de tierra. Además, uno no se siente encerrado. En definitiva esto, nos sirve para enseñarles a nuestros hijos como se puede mantener sin fertilizantes, porque todo es orgánico”.
Para otro interno, "la huerta cambia la mente de todas las personas. Me entusiasmé tanto trabajar acá que me inscribí en la facultad para ser ingeniero agrónomo. Fue una oportunidad para mejorar, para ver más allá cuando salga. Sé que no va a ser fácil, pero veo desde otro lugar la vida”.
También se pone énfasis en el cambio de mirada que lleva el trabajar la tierra ya que para algunos el conocimiento sobre la tierra era casi nulo. "Es muy lindo poder disfrutar de una verdura que uno la produce y ayuda mucho a la situación de encierro que a uno le toca vivir. Ayuda mucho, esto es una especie de libertad. Más allá de la presencia de los custodios tenemos libertad, porque ellos están trabajando a la par nuestra son uno más”.
Todos los testimonios de las personas que se encuentran en contexto de encierro encontraron una manera de re-conectarse con la vida, tener otras expectativas de vida y recuperar un lugar como individuo dentro de la sociedad.
Al respecto, José Fernández, técnico del Pro-Huerta, hizo hincapié en la no utilización de productos químicos con el fin de obtener "verduras de buena calidad y sin riesgos para la salud”. Por ello, junto al CEA se valoran los conocimientos previos de los internos, a los cuales "los analizamos y lo llevamos a la práctica para comprar las formas de trabajo y ver cómo se puede mejorar lo que se viene haciendo”.Es así que desde el año 2013, "gracias a la predisposición de los directivos del penal se cuenta con un espacio para trabajar fuera del perímetro de la institución, contando con un sistema de riego por goteo para desarrollar las actividades”.
Po su parte, Eduardo Monje, instructor del CEA expuso sobre el trabajo desarrollado en el Servicio y reflexionó sobre la relevancia de proporcionar a los internos "un certificado para que puedan desempeñarse cuando cumplan la condena y una herramienta más para conseguir trabajo para insertarse en la sociedad”. Asimismo, evaluó que la capacitación para ellos "es un estímulo importante, el hecho de salir del encierro y poder estar al aire para trabajar en la tierra y obtener la verdura, para ellos es un elemento fundamental, mas allá de la certificación.
Damián Rotzen, agente del Servicio Penitenciario que trabaja en el sector extramuro y coordina la tarea entre los internos y los capacitadores del INTA y del CEA, comentó sobre los requerimientos que deben cumplir los internos para acceder al espacio de la huerta, y entre ellos son, principalmente los de "buen concepto y conducta ejemplar” y que sean autorizados por la Jueza de Ejecución Penal. Dentro de la totalidad de internos, "son ellos los que eligen participar de la huerta para salir de los muros del penal, el certificado que les brinda del CEA les sirve como capacitación, el INTA es el que organiza las tareas, provee las semillas y nos ayuda a organizar el predio con las tareas la distribución de los cultivos”.
Además, explicó que "la huerta es un espacio que el establecimiento destinada a la labor terapia contemplada por la Ley de Ejecución Penal N°24660. En este marco, la huerta sirve para la progresividad del interno que tiene la finalidad de capacitar y ayudar a resocializarlo”.
De la primera capacitación "operador hortícola” hay 15 egresados los que continúan con la segunda capacitación para "asistente hortícola”. La primera, que este año inició la segunda cohorte, consta de un cursado de 200 horas distribuidas en dos clases semanales con una duración de 6 meses. Estas consisten en un 70% práctica y un 30% teórica. El foco está puesto en el saber hacer y en el aprender. Mientras que la segunda, con una modalidad similar a la primera, se asocia con una intervención "más directa” en la huerta, con la toma de decisiones en situaciones concretas. "Esta experiencia se trata de un proceso de aprendizaje tanto para ellos, para nosotros (CEA e INTA) como para el mismo Servicio Penitenciario porque hay que ir acomodándose a la realidad de cada uno”, reflexionó Monje sobre el trabajo que se viene realizando articuladamente.