En enero de 2019, Maximiliano Levy fue elegido como Presidente de Almirante Brown, uno de los clubes más populares del ascenso en Argentina. Y a partir de ese momento protagonizó un suceso atípico: no podría presenciar los encuentros de La Fragata por una prohibición de la Aprevide, que lo obligaba a ver los partidos desde la televisión.
Pero de a poco fue ganando poder. Dejaron de impedirle el ingreso a los escenarios desde que fue elegido como presidente de la mesa de la Primera B. Pero no se detuvo ahí su crecimiento: este martes -en la reelección de Claudio Tapia como máximo directivo de la AFA- Levy fue parte de la lista ganadora y ahora integra el Comité Ejecutivo.
Vale remarcar que su primera aparición en los medios no fue por cuestiones políticas. Esto se debe a que en 2013, cuando era barrabrava de Boca (se alejó desde que Rafael Di Zeo y Mauro Martín retomaron el poder), fue detenido cuando volvía de ver un partido en Ecuador por supuesto encubrimiento agravado de Maximiliano Mazzaro, prófugo de la justicia por asesinar a un vecino.
Estuvo 88 días en la cárcel y también salió inmune de una investigación en su contra por movimientos en los depósitos de sus cuentas bancarias después de los partidos del Xeneize.
Luego fue hombre fuerte en una de las facciones de la barra de Almirante, donde primero se quedó con un cargo en el Fútbol juvenil y después se impuso en los comicios. Ahora, es mano derecha de Chiqui y ese acercamiento se basa en la ayuda que podría darle Levy a los clubes de las categorías menores.
