Hernán Crespo es el goleador más reconocido de River en la década del 90, cuando tras una explosión en la Primera División del Millonario ganó la Copa Libertadores (marcó los dos tantos en la final ante América de Cali).
Hernán Crespo es el goleador más reconocido de River en la década del 90, cuando tras una explosión en la Primera División del Millonario ganó la Copa Libertadores (marcó los dos tantos en la final ante América de Cali).
Su amor por River, el estar tanto tiempo en Italia y el recuerdo de los hinchas lo llevó a Crespo a querer volver antes de retirarse. Era 2011y el equipo de Juan José López peleaba por la permanencia.
Vino hasta Argentina, habló con el plantel y quiso juntarse con Daniel Passarella. Primero no hubo caso y luego se lo cruzó de casualidad, pero le bastó apra darse cuenta de que no iba a volver.
Crespo contó, en una entrevista mano a mano con Olé , que el expresidente le pidió 300 mil pesos y que en ese momento decidió volverse a Italia, aunque sin ganas de volver a jugar de manera profesional. Acá un extracto de la nota.
-Se dijeron muchas cosas de tu frustrado regreso a River como jugador, pero nunca se supo la verdad. ¿Qué pasó? ¿Por qué no volviste nunca?
-Yo terminé mi contrato con el Parma y River estaba jodido. No se sabía si iba a descender o no. Desde el Parma me ofrecen renovar, pero yo no quise en el momento. Quería ver qué pasaba con River. Entonces, viajé a Argentina. Hablé con Matías Almeyda, que aún era jugador, y me dijo que vaya directamente al entrenamiento a charlar con ellos. Empezamos a buscar casa para vivir y un colegio para las nenas en Argentina. Passarella no me llamaba y yo pensé: "Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma". Hablaban en los medios, pero nadie me llamaba por teléfono.
-¿Y qué hiciste?
-Fui al entrenamiento de River. Me encontré con Jota Jota López, Lamela, con
todos y nos quedamos hablando ahí. Le pregunté a alguno de los utileros si
estaba Passarella y me dijo que no. Un utilero me prestó el teléfono y lo llamé
en el momento. Le conté que estaba ahí y que quería hablar con él. Me dijo que
lo espere, que ya nos ibamos a juntar porque era un momento complicado para él.
Yo tenía diez días en Argentina. Me pidió mi número y me dijo que me iba a
llamar. Se lo pasé y quedamos en eso. Me fui del entrenamiento y llamé a mi
mujer, que me dijo que estaba en el Patio Bullrich con las nenas. Fui a comer
ahí con ellas y mirá lo que es la vida: en la mesa de al lado estaba
Passarella.
-Increíble.
-Sí. El justo se reunía con alguien ahí y yo fui a saludarlo. Me dijo:
"Quiero hablar con vos". Yo, por supuesto, le dije que había vuelto
al país para eso. Y ahí llegó la frase. Me dijo: "Escuchame, ¿no tenés 300
lucas? Necesito para el fideicomiso y para otras cosas". Yo lo miré y no
lo podía creer. Me quería morir. Quería hablar con él para volver a River y me
vino con esto.
-¿Cuál fue tu respuesta?
-Le dije: "Mirá, Daniel. Si es para comprar jugadores, te puedo dar alguna
mano desde Italia. Arreglar algún encuentro con alguien. Ya está, gracias.
Chau". Yo hoy lo puedo contar, pero en ese momento no podía hacerlo.
-¿Por qué?
-Porque si yo lo decía en el momento, lo estábamos velando a Daniel. Fue un
dolor horrible. Volví a Italia y le dije al presidente del Parma que no tenía
ganas de jugar. Me pidió una mano, que estuviera un tiempo más en el plantel.
Firmé por un año y a los seis meses me retiré. Quedó como que yo no quise
volver a River, pero eso no es verdad.