Los curiosos melómanos hicieron caso omiso al calor tropical que envolvió la noche del sábado y se hicieron presentes en el Calchaquí para escuchar canciones nuevas y frescas.
Suele llamarse “indie” a la cultura que va de la mano con la música independiente, surgida en la década de los años ochenta. Los artistas que componen esta escena pretenden dejar de lado, al menos en muchos casos, lo dictaminado por la cultura mainstream y crear un camino propio y fuera de las fórmulas previamente concebidas para alcanzar el éxito comercial.
Pero en este caso, el grupo Baladí, organizadores del “Festival Catamarca Indie” pusieron el foco de su propuesta en convocar nuevas canciones, más allá de la forma en que estén compuestas o producidas.
La respuesta a la cita no pudo ser mejor ni más romántica en todo caso, ya que frente a una noche de excesivo calor y propuestas al aire libre, el público asistió al encuentro para sumar su atención y sus aplausos al clima de celebración que se vivió en el Teatro Calchaquí.
La noche comenzó con la propuesta de Daniel Vinderman. El experimentado cantautor, productor, publicista y novelista nacido en Jujuy, criado en Catamarca y radicado en Mendoza, entregó al público un set de canciones cosechadas desde lugares de inspiración tan variados como el insomnio o la misma crítica sociopolítica. Acompañado por la dulzura de una guitarra criolla, empuñada por momentos con un toque rockero, un bombo leguero y un sintetizador, el clima musical logrado por Vinderman fue claro y contundente.
Seguiría el turno del segundo solo-set; el del “Pulpo” Javier Montalto; productor, autor y multiinstrumnentista mendocino. Con su habilidad melódica y vocal, por momentos melancólica y áspera y, por otros, estridente y decidida (a la altura de un instrumento de viento) paseó a la gente a través de una colección de temas sensibles y emotivos. En algunas canciones, su guitarra acústica se completó con un particular y pequeño, pero no por eso menos grave y efectivo, bajo electroacústico que ejecutó su amigo y compañero de viaje Daniel Vinderman.
Promediando la noche llegó Juan Martin Angera. El artista vuelto a residir en Catamarca se presentó junto a su banda de jóvenes promesas de la música local; Matías Saavedra en bajo, Emiliano Tula en Guitarras y Abraham Giménez en percusión, sumado a su viejo y eterno cómplice de infancia Gastón Kaen (El Oso) en batería. Angera ofreció su repertorio de canciones estribilleras y desprejuiciadas en cuanto a estilos, respetando en muchos momentos, y gracias a la capacidad de sus músicos ("Luis Migueles" como él les llama), los arreglos originales que plasmó como co-productor en su LP "Trilha". También se dio el lujo de conversar con el público sobre temas que fueron desde un capítulo de la historia del Hip Hop (a propósito de su bolero “adidas”), su teoría del periodo de incubación que la cumbia aún vive, o los problemas de autoestima que pueden pesarle a cualquier persona que se exija demasiado a sí misma, sea o no artista. Juan aprovechó el último tema para darle una sorpresa a sus músicos y los hizo tocar una canción nueva llamada "Cuando el lobo sople", que dedicó enteramente a su mujer, la cantante María Paula Godoy y a su hijo Martín.
Para coronar la noche, fue el mismo Juan Martin Angera el que quiso presentar, a través de anécdotas de adolescencia, al grupo anfitrión; Baladí, liderado por la reconocida artista plástica y cantante Celina Galera y el poeta, compositor y guitarrista Alejandro Acosta, a quienes Angera reconocía en su presentación como constantes propulsores de la cultura local. El grupo presentó un esquema instrumental similar al que se escucha en su primer disco, producido justamente por Daniel Vinderman, y donde a la calidez de la guitarra criolla de Acosta se suman las baterías a del Zurdo Rodríguez, los bajos ejecutados por Esteban Rasjido, la guitarra eléctrica de Augusto Rasjido y la trompeta de Ricardo Sánchez. Con composiciones que se nutren de la capacidad de creación colectiva y aún predominando en número los hombres dentro de la agrupación, Baladí logra sin embargo sonar con picardía y fineza femeninas, tanto por la voz de Celina, como por el logro de hacer prevalecer ese elemento sensible en las letras.
En resumen, el público sediento de nueva música pudo disfrutar de un espectáculo compacto y variado, donde se cuidó con atención tanto la propuesta artística como el sonido y la escenografía. Sus organizadores consideran que la próxima edición podría ser al aire libre y no descartan la posibilidad de abrir una sesión de invierno para ampliar la propuesta, buscando siempre crecer en cantidad y variedad de artistas y provincias participantes.