viernes 22 de marzo de 2024
El Mirador

Secuelas del “errorismo”

Como sucede recurrentemente en la política argentina, no exenta de turbulencias y feroces disputas...

Por Redacción El Ancasti

Como sucede recurrentemente en la política argentina, no exenta de turbulencias y feroces disputas aún en épocas estivales que se suponen más propicias para la reflexión que para el álgido debate, las interpretaciones de la realidad obedecen a la lógica dicotómica de la famosa grieta.

Así, mientras para la oposición más dura el Gobierno nacional ha sufrido, como consecuencia de una serie de hechos polémicos, un desgaste de consecuencias electorales inexorables, para el oficialismo más ortodoxo la resolución de estas controversias, plasmada en la conferencia que el propio Mauricio Macri ofreció el pasado jueves, demuestra la fortaleza del presidente, su capacidad de autocrítica y de reparación de los errores de gestión cometidos.

La causa sigue y se investiga si hubo defraudación y tráfico de influencias
  • Gendarmería allanó el ministerio de Aguad por el acuerdo con el Correo
  • Quizás convenga un análisis más desapasionado de la realidad. Es decir, sin las contaminaciones del fanatismo militante de uno y otro lado que distorsionan los hechos para reforzar los propios argumentos, independientemente de la solidez de los razonamientos expuestos.

    Impacto negativo

    La idea de un Gobierno nacional frágil y desorientado responde más a una expresión de deseos de cierto sector de la oposición que a un dato de la realidad. De todos modos, la acumulación de "errores no forzados” de la gestión de Cambiemos ha producido un impacto negativo que ya empieza a reflejarse en las encuestas de opinión.

    El controvertido acuerdo con el Correo Argentino y el retoque hacia abajo del aumento de las jubilaciones fueron dos iniciativas que generaron una ola de rechazos que abarcó a todo el arco político y a buena parte de la sociedad. La decisión de dar marcha atrás -volver a fojas cero- con estas medidas no recrea de manera automática la situación inicial. Especialmente porque el retroceso obedeció más a la presión social y política que a una admisión sincera de las equivocaciones cometidas.

    La propia definición de "error” para caracterizar la lógica de estas situaciones controversiales puede discutirse. Vale la pena preguntarse si son realmente traspiés resultantes de la inexperiencia o de cierto ensimismamiento que no permite tener una visión más amplia de la realidad, o en rigor parte de la estrategia del "si pasa, pasa”.

    Los del acuerdo con el Correo o el cálculo a la baja del aumento a los jubilados no han sido los únicos "errores no forzados” a lo largo de los catorce meses de gestión. También fueron "errores” el DNU que determinó la movilidad del feriado del 24 de marzo; los montos exorbitantes del primer tarifazo sin audiencias públicas; las declaraciones del propio Macri diciendo que la primera ministra británica había aceptado comenzar un diálogo sobre la soberanía de Malvinas; el decreto firmado al comienzo de la gestión por el cual se infería una baja considerable del presupuesto educativo, el apoyo explícito a Hillary Clinton en los comicios presidenciales de Estados Unidos, la designación por decreto de dos jueces de la Corte Suprema, entre otros.

    Aunque no tiene origen en una medida de gobierno, también merecen mencionarse en la lista de equívocos las idas y vueltas en el caso del titular de la AFI, Gustavo Arribas, acusado de recibir coimas de un operador de Odebrecht involucrado en la causa judicial por corrupción conocida como Lava Jato. Las contradicciones entre la defensa que ensayó el propio Macri en la justificación del origen del dinero y lo declarado posteriormente por Arribas inducen a pensar en la probable existencia de algo más que inexactitudes formales. En todo caso, corroboran una inexplicable tendencia a tropezar en temas muy sensibles que ameritan prudencia más que aclaraciones apresuradas de la propia cabeza del Ejecutivo.

    En la mayoría de los casos mencionados, el Gobierno sintió el golpe de las equivocaciones, en algunos con costos políticos internos y en otros con costos diplomáticos, y tuvo que retroceder sobre sus propios pasos. Y si bien para el relato oficial la rectificación es un signo de madurez y razonabilidad, desde otra perspectiva puede ser interpretada como un síntoma inequívoco de debilidad.

    Descolocados

    El Presidente y su equipo de colaboradores han demostrado, en los momentos de tensión política, tener un discurso muy bien pergeñado para responder los embates de la oposición que representa el kirchnerismo. En ese rol se sienten cómodos, confrontando con los representantes del gobierno que lo precedió y polarizando otra vez el debate político de la actualidad.

    Pero quedan descolocados cuando las críticas provienen de la oposición más dialoguista, a la cual han recurrido para lograr acuerdos que permitan que iniciativas fundamentales para la gestión prosperen en ámbitos legislativos.

    La novedad es que, a partir de la sucesión de "errores” es los que ha incurrido el Gobierno, no han sido pocas las voces provenientes de las propias filas de Cambiemos que marcaron distancia de la estrategia oficial y advirtieron sobre las secuelas de índole política que puede ocasionar, impactando incluso en la credibilidad general de la gestión.

    El radical Mario Negri, convertido en uno de los más eficientes operadores que tiene el Gobierno en el Congreso de la Nación, analizó que "el cúmulo de errores desgasta” y señaló que "el Presidente, la figura que alinea frente a la confusión, no puede ser usada abusivamente”.

    En el contexto de una economía que no puede salir de la recesión y que contribuye a exacerbar el impacto de los tropezones políticos, el Gobierno nacional deberá esforzarse en abandonar las estrategias de "prueba y error” o de "si pasa, pasa”, propias de dirigentes improvisados antes que de funcionarios capacitados para resolver los problemas de un país que exhibe frentes de conflictos abiertos en casi todas las áreas de gestión.

    El capital político, como el que moviliza la economía, se pierde en la medida en que no se lo utiliza adecuadamente. El "errorismo” como táctica de gobierno ha implicado un menoscabo progresivo de ese capital.

    En un año electoral y en un clima político siempre propicio para las disputas, Cambiemos no puede darse el lujo de seguir dilapidando el crédito otorgado oportunamente por la ciudadanía.


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